Camino de emprendimiento, camino de ansiedad, estrés y autocrítica
28/03/2022 | carlosgoga | crisis, emprender | No hay comentarios
Ser free-lance o emprendedor, que es lo mismo que ser trabajador independiente o hacerse autónomo, es un “camino de libertad de hacer”. O al menos en teoría. Podemos elegir qué hacer, dónde, cuándo, con quién, por qué y para qué. Es el camino que potencialmente nos permite un “triple like” y un “triple win”.
Quizás esta sea la decisión más trascendental que tomamos en la vida. Hoy por hoy (dentro de la cultura popular del emprendimiento y de las start-ups) ya se reconoce, sin discusión, que se trata de un estilo de vida MUY diferente.
Este “camino de libertad” arrastra una gran sombra: la incertidumbre del ingresar, del recibir una cuantía de dinero fija y estable periódicamente (en una sociedad que busca la certeza de dinero, de rentas, para todo y que la tiene integrada en un montón de procesos económicos y sociales – como el acceso a la vivienda o a la financiación).
Algo muy importante. No es lo mismo empezar con 20 años que empezar con 40 años:
- A los 20 no llevas mochila y todo es ligereza. No tienes experiencia, pero tienes mucha flexibilidad y energía.
- A los 40 la mochila suele estar bastante llena (casa, hijos, coche) y el peso siempre está ahí. Tienes experiencia, pero también muchas rigideces y mucho que perder.
Este “camino de libertad” fácilmente se torna en un “camino de ansiedad, estrés y autocrítica” (en adelante, AEA):
- Ansiedad por el miedo a no tener suficiente, a fracasar, a ser rechazado, a no llegar, a perder lo que se tiene.
- Estrés por vivir en el incesante “más y mejor”: un poco más, un poco mejor, un poco más fuerte, un poco más lejos. Por si acaso. Por si hace falta. Por si se acaba. Por si no hay más.
- Autocrítica (o autoflagelación) como discurso interior movilizador que nos impide entrar en la parálisis y el bloqueo propios del miedo y del descanso.
Para apaciguar y relajar el trío AEA, los comportamientos de “respuesta automática” más típicos son:
- Trabajar, trabajar y trabajar. Dedicar al trabajo todo rato y todo esfuerzo que no está explícitamente dedicado a un tercero. Este es el concepto de “auto explotador”, el “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” tan aprendido y la fábula de la cigarra y la hormiga. El riesgo, el GRAN GRAN riesgo está en que te entregas obsesivamente al HACER: haces cosas que no necesitas, que no sirven y/o no contribuyen, y pones el HACER por encima del SABER. Y todo para mantenerte ocupado y tranquilizarte.
- Traicionarte y disfrazar la situación. Dos objetivos perseguidos: el cliente grande o el socio financiero. Al final, te atas a un cliente/inversor como si fueses un empleado, aceptando trabajos que quizás no te gustan y cobrando menos de lo que quizás quisieses, a cambio de estabilidad y seguridad, pero manteniendo la falsa creencia de seguir siendo independiente.
- Adelgazar al máximo. Reducir necesidades económicas (o sea, los gastos) a niveles mínimos, de verdadera supervivencia (incluso de precariedad) y actuar desde ahí, en un crecimiento orgánico de ingresos que legitiman el aumento del nivel permitido de gasto. Este comportamiento alimenta una parte importante de la “economía sumergida” ya que evitamos gastar en cualquier cosa realmente innecesaria para la actividad (como seguros sociales e impuestos).
- Reconocer que no es para ti y regresar a una vida de trabajador dependiente.
Las estrategias para mitigar AEA pasan por reconocer la nueva realidad y salir de los pilotos automáticos:
- Reconocer la nueva realidad, lo especial de la situación, y no confundirla con la antigua ni con la realidad de los otros. Evitar la confusión de situaciones y entrar voluntariamente en las decisiones de vida diferentes.
- Revertir los comportamientos automáticos (del 1 al 4 anteriores) y diseñarlos “conscientemente” bajo la forma de estrategias y planes (una decisión consciente y organizada temporalmente en torno a recursos disponibles y objetivos).
- Evitar la soledad:
- Apalancarte abiertamente en la estabilidad, seguridad y complicidad de tu familia / pareja.
- Buscar un compañero de viaje y convertir el camino en una aventura de dos.
- Integrarte en una comunidad de iguales y construir redes de apoyo. los espacios de co-working tienen su gran éxito aquí.
- Desarrollar la confianza. Hacer tu parte y confiar en que el universo proveerá. Aquel “ata tu camello”.
- Practicar el NO, establecer límites (o techos) y crear espacios y momentos de descanso, de no actividad.
Etiquetas: emprendedor, empresario