De la naturaleza robada y de los cañones de la innovación
15/02/2012 | carlosgoga | cambio, crisis, emprender, nuevas tecnologías | No hay comentarios
Tomate biológico. León salvaje. Hombre libre. Empresa responsable. Innovación social. Democracia real. Escribo la secuencia tal cual la recuerdo para denunciar el despropósito al que hemos llegado como sociedad.
E inmediatamente me sobrevienen las preguntas. ¿Cuándo dejaron de ser biológicos los tomates? ¿Son acaso artificiales por naturaleza? ¿Cuándo dejó de ser salvaje el león? ¿Es acaso doméstico por naturaleza? ¿Cuándo dejó de ser libre el hombre? ¿Es acaso esclavo por naturaleza? ¿Cuándo dejó de ser responsable la empresa? ¿Es acaso irresponsable por naturaleza? ¿Cuándo dejó de ser social la innovación? ¿Es acaso antisocial por naturaleza? ¿Cuándo dejó de ser real la democracia? ¿Es acaso irreal por naturaleza?
Sin saber responderme, me doy cuenta de que colectivamente, por activa o por pasiva, hemos vaciado muchas palabras importantes y hemos variado su significado natural. Además, lo hemos hecho en la dirección contraria. Y lo que es peor, lo aceptamos con cierta indiferencia. Con excesiva comodidad. Le hemos quitado su naturaleza primordial a las palabras, y a lo que las palabras representan, para luego devolvérsela con carácter de excepcionalidad o de especialidad. Desde luego, el despropósito es grande. Muy grande.
Pero de entre todos estos despropósitos, hay uno que me turba últimamente. Es el concepto de “innovación social”. Porque este despropósito me recuerda que estamos aceptando, colectivamente, que la “innovación” por definición no es social. Dicho así, quizás no suena muy mal. Pero si estiro el lenguaje, me sale inmediatamente que la “innovación” por definición es anti-social. Que es contraria a la sociedad. Y claro, yo que llevo toda mi carrera profesional dedicándome a la innovación – primero como directivo, luego como empresario emprendedor, hoy como entrenador de emprendedores innovadores – pues como que me revuelvo en la tumba incluso antes de morir.
Pero miro a mí alrededor y me doy cuenta de que si, de que es así. Veo que gran parte, mucha parte, de la innovación empresarial actual tiene como objetivo único y último ganar pasta. Innovar para crecer y ganar pasta. Innovar para desbancar al competidor y ganar pasta. Innovar para fidelizar a clientes y ganar pasta. Innovar para mejorar nuestra posición competitiva y ganar pasta. Innovar para hacer viejo lo que compraste la semana pasada y ganar pasta. Innovar para que te sientas mal y ganar pasta. Innovar para tu-eliges-el-verbo y ganar pasta.
¡Pues vaya mierda! No estoy dispuesto a aceptarlo ni a apoyarlo. Son tantas las cosas que no funcionan de nuestra sociedad y que necesitan de una buena pensada, que me parece frívolo e irresponsable dedicar una pizca de energía a “innovar” con el objetivo único y último de ganar pasta.
¡Ya está bien, coño! Cambiemos el objetivo único y último de la “innovación”. Hagamos que la palabra “innovar” recupere su significado natural. Que la única innovación aceptable sea aquella que persigue, como objetivo único y último, mejorar la situación de los individuos y de la sociedad.
Dirijamos los cañones de la innovación hacia todo aquello de nuestra sociedad que no funciona, o funciona mal o funciona del revés, y empecemos a bombardear con cosas nuevas. Aquí va una lista preliminar de objetivos hacia los que apuntar. Preparados, listos… ahí va:
- sistemas que necesitan una redefinición: político, económico, financiero, empresarial, energético, mediático, educativo, medioambiental, alimenticio y sanitario
- industrias o sectores que necesitan una redefinición: informática, telecomunicaciones, medios (cine, música, televisión, editorial), banca, seguros, energía, inmobiliaria, servicios asistenciales, alimentación, educación y sanidad.
- instituciones que necesitan una redefinición: partido político, gobierno, banca, empresa, medio de comunicación, ONG, universidad y escuela de negocio
- conceptos que necesitan una redefinición: democracia, dinero, rentabilidad, productividad, crecimiento, éxito, inversión, innovación, consumo, trabajo, ocio, familia y salud.
Por cierto, avisad a los cañoneros y que carguen los cañones con muchas bombas. Tantas como puedan. Y que sustituyan la pólvora por “violencia creativa”, esa pasión enérgica que destruye lo que dejó de funcionar y es dañino, y explora vías para abrir camino a la nueva vida.
¡Menos mal! Menos mal que tenemos el viento a favor. Que los cañones apuntan en la dirección que sopla la tecnología más puntera. Y que sopla con fuerza. Dispuesta a reventar tantos sistemas, industrias, instituciones o conceptos como se le opongan. Pero éste será otro post para otro día.
Etiquetas: crisis, indignado, innovación, mentiras