La crisis económica real, la no-oficial
15/10/2011 | carlosgoga | crisis | No hay comentarios
[Este texto corresponde al Capítulo 10 del libro, aún no publicado, con el título LO QUE ARISTÓTELES AÚN NOS PUEDE ENSEÑAR]
De entre todas las crisis del siglo XXI, la que más cerca y más duro nos ha dado es la última de todas. La crisis económico financiera que explotó en 2007, que aún hoy nos acompaña y cuyo efecto final, siendo desconocido, es bien previsible y me indigna hasta niveles superhumanos.
Si, es cierto. Estoy indignado. Lo estoy desde hace años. Aunque antes no tenía una palabra concreta. ¡Rebelde, rabioso, incómodo, hastiado, cabreado, molesto… y unos cuantos adjetivos más! Ahora, lo resumo como indignado. Si, sigo indignado. Cada vez más.
Estoy indignado con los políticos. Su hipocresía, su sinvergüencería y su mentira no tienen límites. Su ignorancia, tampoco. O mienten como pinochos, o pasean infames sus orejas de burro. O lo que es más probable, las dos cosas: pinochos burros. Mire por donde mire, encuentro ejemplos de un nivel de indecencia inverisímil.
Hablemos de la crisis y señalemos con el dedo. Porque si, esta es una crisis en la que podemos fácilmente señalar con el dedo.
La crisis empezó financiera y rozó España ¿Por qué? Porque bancos americanos distribuyeron, sin control y al portador, títulos financieros de dudoso cobro (las denominadas sub-prime). Quizás, algún que otro banco y caja español había comprado. Y ese ‘quizás’, porque transparencia ni la hubo ni la habrá, hizo que ningún banco se fiase de ningún banco. ¿Y qué dijeron los políticos? Todo el mundo a señalar a los americanos, en lugar de preguntarse qué c—o hacían los bancos y cajas españoles comprando sub-prime ¿La respuesta? Que el gobierno prestase a los bancos. O que avalase a los bancos en su pedir prestado, cosa que es técnicamente lo mismo ¿Resultado? Pasta del contribuyente hacia los bancos.
La crisis siguió inmobiliaria y desnudó España ¿Por qué? Porque de repente alguien tradujo sub-prime al castellano más castizo y se dio cuenta de que eran hipotecas concedidas en situación de riesgo. Y España de esas tenía muchas, muchísimas después de las juergas de políticos y banqueros de los últimos años. ¿Burbuja inmobiliaria, la llamaron? Si.
Pero tiene otros nombres ¡Burbuja de corrupción política inmobiliaria municipal! Mucho más descriptivo, sin duda. Porque el origen de todo se llama corrupción política más financiación de partidos políticos más financiación de municipios. Porque este y no otro es el origen de la burbuja inmobiliaria. Político de ayuntamiento tiene amigo promotor y amigo banquero. Político de ayuntamiento recalifica solares y crea riqueza de un plumazo donde no la hay. Político de ayuntamiento reparte riqueza entre amigo promotor y amigo banquero. Amigo promotor pide financiación a amigo banquero. Los amigos reparten fielmente con el político de ayuntamiento por su condición de amiguísimo: un poquillo para el partido, otro poquillo para el ayuntamiento y otro tercero para el político a través de su cuñado.
Por el camino, el amigo banquero otorga financiación hipotecaria a todo el mundo ¿Qué esta es tu primera promoción inmobiliaria, pero que eres amigo del alcalde y que vas a hacer pisos de lujo en medio de La Mancha y que no tienes ni idea de quien los comprará? ¡Cómo no! ¡Concedido! ¿Qué te vas a casar y todo indica que te divorciarás en menos de 10 años, pero quieres una hipoteca a 40 años que necesita del sueldo de los dos? ¡Claro que sí! ¡Concedido! ¿Qué acabas de llegar a España, que tienes un contrato de trabajo mileurista, pero quieres una hipoteca a 30 años sobre el 120% del precio del piso? ¡Por supuesto que sí! ¡Concedido! Y claro, con tanto amigueo para arriba y para abajo, pues se construyeron tantos pisos que ni regalaos y se concedieron muchas, muchas hipoteca de mala calidad. O lo que es lo mismo, que también tenemos nuestra sub-prime made in Spain. Parte mayorista, la de las promociones que no se iban a vender ni a la de tres. Parte minorista, la de las hipotecas concedidas en situación de cachondeo ¿Efecto inmediato? Ya de segundas, ahora sí, ningún banco se fía de ningún banco.
¿Y qué dijeron los políticos? Esta vez, todos a señalar a los ciudadanos, con el grito de ‘habéis vivido por encima de vuestras posibilidades’. Sin preguntarse qué c—o hacían los políticos de ayuntamiento y sus amigos en bancos y cajas españoles otorgando hipotecas a diestra y siniestra, mayoristas y minoristas, mientras se llenaban los bolsillos ¿La respuesta? De nuevo, que el gobierno prestase más dinero a los bancos. O de nuevo, que avalase a los bancos en su pedir prestado, cosa hay que insistir en que es técnicamente lo mismo ¿Resultado? Más pasta del contribuyente hacia los bancos.
La crisis continuó económica y paralizó España ¿Por qué? Por un lado, descubierto el desastre y la corruptela con tanto piso, ahora que se llama sub-prime, los políticos y sus amigos pensaron que mejor dejar esto y buscar otros juegos de amigachos. Por otro lado, los bancos y cajas de repente se encontraron tan repletos de sub-prime (la sub-prime americana y la sub-prime española) que ya no se fían ni de la madre que los parió. Y si no se fían unos de otros, pues cómo para fiarse de los demás. ‘Aquí no se presta dinero a nadie’, gritaron al unísono ¿Consecuencias? Por un lado, toda la actividad entorno al sector de la construcción prácticamente al garete: desde los materiales más básicos a los muebles, pasando por la propia financiación inmobiliaria o los electrodomésticos. Por otro, como los bancos no se fían, no prestan. Y como no prestan, al garete cualquier actividad que requiera de compras financiadas. Por ejemplo, coches. O por ejemplo, inversión empresarial. Vamos, frenazo generalizado de la actividad económica.
¿Y qué dijeron los políticos? Pues que en verdad, los ciudadanos habíamos pecado y nos habíamos excedido mucho, muchísimo. Pero que menos mal que estábamos en manos de muy buenos políticos y mejores banqueros y esto lo solucionaban en un coser y cantar ¿La respuesta? El gobierno saca pecho y pide dinero prestado a los bancos, mucho, para poner en marcha el más salvaje despilfarro de dinero público de la historia y hacerse tantas fotos políticas como se les ocurre inaugurando nuevos jardines, plazas y cementerios antes de las elecciones autonómicas y municipales. Además, como los bancos siguen sin fiarse de nadie, el gobierno les presta incluso más aún, con la inocente esperanza de que como bancos regresen al negocio de fiarse de alguien, cumplan su función, den préstamos y permitan la actividad económica financiada ¿Resultado? De nuevo, pasta del contribuyente hacia los bancos.
La crisis se duplicó en bancaria y España empezó a oler a mierda ¿Por qué? Porque entre la sub-prime americana, la sub-prime española (tanto la mayorista como la minorista), el frenazo de la corrupción-construcción, el frenazo de compras financiadas y el despilfarro de dinero público, los bancos ya sí que entran en histeria colectiva, sospechan hasta de su sombra y empiezan a señalarse entre ellos. Especialmente a ellas, a las cajas de ahorro. Que claro, son artífices principales de la burbuja de corrupción política inmobiliaria municipal. Porque, recordémoslo, las cajas de ahorro son como bancos, pero dirigidos por políticos, al servicio del partido político y de sus corruptelas políticas.
¿Y qué dijeron los políticos? Pues que la crisis venía de fuera, pero que en cualquier caso los ciudadanos habíamos pecado y nos habíamos excedido mucho, muchísimo. Pero que menos mal que estábamos en manos de muy buenos políticos y esto nos lo solucionaban en un periquete ¿La respuesta? El gobierno saca otra vez pecho, pide más dinero prestado, mucho (recordemos que quien presta dinero es, por definición, banquero) y empieza a dar dinero a diestra y siniestra a cajas y bancos (que curiosamente, prestan y reciben), cruzando los dedos y esperando que la situación cambie. Por ejemplo, esperando que los bancos se fíen y presten y permitan la actividad. ¿Resultado? Otra vez, más pasta del contribuyente hacia los bancos.
La crisis, claro, a base de acumular crisis, se convierte en la Gran Crisis. Nos encontramos, oficialmente, con una crisis financiera, una crisis inmobiliaria, una crisis económica y una crisis bancaria. Con un denominador común que no cambia desde el principio: que la banca no se fía y no presta y frena la actividad. Con un resultado espejo inmediato: la actividad económica está bloqueada por la banca. Con un personaje omnipresente: el político, haciendo el pinocho burro, que juega a que los problemas son otros. Y con una respuesta comodín vale-para-todo: darle pasta del contribuyente, una y otra vez, a la banca. ¿Consecuencias añadidas en la Gran Crisis? Pues que el gobierno recauda bastante menos y gasta mucho más. Recauda menos porque la recaudación de impuestos depende de la actividad económica y ésta va a menos. Gasta más porque a menos actividad económica, más paro y más prestaciones sociales. Y por supuesto, gasta más porque el gobierno está, dale que te pego, dando dinero público a la banca y a las cajas.
La Gran Crisis, además, se multiplica y se viste de crisis de deuda pública ¿Por qué? Porque las cuentas públicas que gestiona el gobierno no salen. Se gasta mucho, más de lo que se ingresa. Y esto significa que todos los meses hay déficit. Que es lo mismo que decir números rojos: más gastos que ingresos. Y el déficit se acumula. Mes tras mes. Tanto, que el gobierno cada vez tiene que pedir más dinero prestado porque no le llega con lo que recauda. Además, como a los ayuntamientos se les acabaron los ingresos aquellos de la ‘burbuja de corrupción política inmobiliaria municipal’, pues tampoco le salen los números. Y dejan de pagar a sus proveedores. Y como las cajas de ahorros ya no prestan dinero a nadie, pues tampoco prestan dinero a las autonomías ni a los ayuntamientos, y están todos que no llegan a final de mes. Y es todo tan desastroso, que el gobierno y los políticos ya no pueden esconder su condición de pinocho burros. Y ahora, los banqueros ni se fían los unos de los otros, ni mucho menos se fían del gobierno o de los políticos. Y se resisten a prestarles más dinero. O lo hacen, pero le piden un tipo de interés más alto. Así, por la jeta.
¿Y qué dicen los políticos? Pues que la crisis viene de fuera. Que el problema de España es de salud. Que se nos contagie lo que tiene Grecia. O de geografía. Que se nos confunda con Portugal o con Irlanda. Eso sí, en cualquier caso, recordando que los ciudadanos hemos pecado, nos hemos excedido mucho, muchísimo, y nos toca apretarnos el cinturón ¿La respuesta? Pues nos encontramos con que en el extranjero no se creen la pinochada burrada de los políticos españoles. Porque la mentira del político de España es tan grande que bien la podemos llamar pinochada. Y que la torpeza, tan manifiesta, que bien la podemos llamar burrada. Y de repente, los políticos pinocho burros españoles se encuentran, frente a frente, con los políticos extranjeros que defienden a sus bancos y les piden que, o sí o sí, la primera y única prioridad del gobierno de España es devolver todo el dinero que ha pedido prestado a los bancos.
Y la Gran Crisis amenaza con convertirse en Súper Gran Crisis ¿Por qué? Porque el desastre que han generado los políticos pinocho burros en España es tan grande y la presión de los políticos extranjeros es tan fuerte, que parece que sólo hay una salida. Hay más, claro, pero insisten en que sólo hay una salida. Que es que el gobierno se comprometa, por encima de cualquier cosa, a devolver todo el dinero que ha pedido prestado a los bancos y que a nadie le interesa preguntar en qué se gastó. Además, quieren que este compromiso se escriba con sangre. Que eso, traducido a España del siglo XXI, significa que esté escrito en la Constitución Española. Y después, que suban más los impuestos. Y que bajen más las prestaciones sociales. Y que se detengan aún más las inversiones públicas. Y que se reduzcan el número de funcionarios. Para que así el gobierno tenga dinero y pueda devolver a los bancos todo lo que pidió prestado, más los correspondientes intereses.
Y los políticos pinocho burros va y dicen que si y acceden. Y si el gobierno, cualquier gobierno, convierte en prioridad número uno devolver lo que pidió prestado a los bancos (o sea, la deuda histórica), entonces mal asunto. Esto se sabe desde siempre. Se lleva ensayando y viviendo con el Tercer Mundo desde hace muchos, mucho años ¿O se nos ha olvidado la reivindicación permanente de perdonar la deuda al Tercer Mundo?
Porque, aunque nadie lo dice, la economía es muy fácil de entender. Es cosa de sumar y contar. Os ofrezco una lección fácil. Regla número uno. Lo que se compra en un país (la demanda) es igual a lo que se vende en ese país (la oferta) y determina el nivel de actividad económica en un período de tiempo. Regla número dos. Los que compran en un país son las familias, las empresas, la administración pública y los de fuera. Normalmente, se habla en técnico para que no se entienda y dicen consumo, inversión, gasto público y exportaciones respectivamente. Pero es lo mismo. Regla número tres. Si suben las partes, sube el total. Si bajan las partes, baja el total. O sea, que si sube el consumo, la inversión, el gasto público y las exportaciones, entonces sube la demanda. Pero si baja el consumo, la inversión, el gasto público y las exportaciones, entonces baja la demanda.
Y como la demanda es igual a la oferta que es igual al nivel de actividad económica, pues de repente nos hemos encontrado con una fórmula muy fácil de manejar y que nos permite hacernos preguntas igual de fáciles. Con solo tres reglas bien entendibles y fáciles.
¿Va a subir el consumo? La respuesta es, evidentemente, no. Porque el desastre acumulado es tan monumental que ha dejado un montón de empresas muertas, que han despedido a sus empleados y resulta que el nivel de paro es alto altísimo escandaloso. Y con ese paro, pues todo el mundo asustado por aquello de ‘si ves las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar’. O sea, mejor ahorrar y no gastar por si las moscas. Y gastar lo justo y para ayudar a los familiares que están en el paro. Y como el gobierno ha hecho de su prioridad el pagar la deuda histórica, sabemos que va a subir los impuestos y a reducir la ayuda por paro y las pensiones y a despedir funcionarios. Y esto no ayuda a las familias. No, de verdad que no es bueno para las familias. O sea, que el consumo, para abajo.
¿Va a subir la inversión privada? La respuesta es, otra vez, no. Porque el desastre acumulado es tan grande que las empresas que sobreviven tienen un panorama desolador ante sí. Las familias gastan cada vez menos. La administración pública no paga lo que debe y gasta cada vez menos. Y los bancos no se fían ni de la madre que los parió y no financian nada de nada y están bloqueando la actividad económica. Así que, por un lado, para qué invertir. Por el otro, imposible invertir. O sea, que la inversión privada, también para abajo.
¿Va a subir el gasto público? La respuesta es, de nuevo, no. Porque el compromiso firmado con sangre por el gobierno incluye que bajen más las prestaciones sociales. Y que se detengan aún más las inversiones públicas. Y que se reduzcan el número de funcionarios. Todo, para poder devolver el dinero a los bancos y pagar los intereses. O sea, que gasto público, también para abajo.
Y ya sólo nos queda uno ¿Van a subir, pues, las exportaciones? ¿Lo que nos compran los extranjeros? Y aquí, la respuesta, es quizás si, quizás no, no tenemos ni idea. Lo que seguro que sabemos es que ni de co-a las exportaciones compensan lo que baja todo lo demás. Ni de co-a. No en las condiciones actuales. No dentro del euro. Aunque esta es otra historia. Que dejamos para otro capítulo para que no despiste.
Vamos, que ahora ya sabemos cuál es la consecuencia segunda de lo que los políticos pinocho burros hayan dicho que si a las pretensiones de los políticos extranjeros y hayan firmado en sangre lo que han firmado. Porque la consecuencia primera es que la prioridad número uno es pagar la deuda histórica a los bancos. Y la consecuencia segunda es que esto lo van a hacer a costa de reducir la actividad económica de España.
Por esto, la Gran Crisis está a punto de convertirse en la Súper Gran Crisis. Porque ese ‘Súper’ que va delante de ‘Gran Crisis’ ya está decidido y es lo que banqueros y políticos han acordado. Claro, para despistar, utilizan palabras confusas, medio dichas, que solo añaden miedo y ruido a la situación. Por ejemplo, hablan de ‘rescatar’. Aunque siempre se les olvida decir a quién rescatan y a quién dejan ahogarse. Porque cuando se dice que ‘Rescatan a Grecia’, en verdad están diciendo ‘Rescatan a (los bancos a los que) Grecia (debe dinero y dejan que toda Grecia se ahogue)’.
Recapitulando, hoy en día ya tenemos bien identificadas una crisis financiera, una crisis inmobiliaria, una crisis económica, una crisis bancaria, una crisis de deuda pública y una Gran Crisis a punto de convertirse, por decisión de bancos y políticos, en Súper Gran Crisis.
Y los políticos, hasta la fecha, no han hecho nada de nada. Bueno, sí. Lo que no han hecho es nada bueno. Hacer, han hecho fechorías, una tras otra. Le han dado todo el dinero y ayuda disponible a los bancos. Y han mentido una y otra vez. O han demostrado que no se enteran de nada y que no les da vergüenza pasear su ignorancia. Y se han comprometido a meter al país en una Súper Gran Crisis para robando a la gente corriente y seguir dándole dinero a los bancos. Y que esa Súper Gran Crisis significa empobrecer el país, mucho, más todavía. Menos empresas. Más desempleo. Menos pensiones. Menos educación. Menos sanidad.
Porque a pesar de todos los discursos populistas y electorales del momento, de esos que hablan de quitárselo a los ricos para dárselo a los pobres y salvar a la gente corriente y no a los banqueros, estamos siendo testigos de una transferencia de riqueza de un tamaño formidable. Es una transferencia de fondos públicos de la mano del gobierno, cobrada de nosotros (la gente corriente) en forma de impuestos, hacia las manos de los bancos (y también otras grandes empresas) y de los individuos más ricos. No hace falta decir que son los mismos bancos y los mismos individuos y grandes empresas que, muy probablemente, crearon esta crisis en sus inicios. Estamos viendo como unos cuantos se enriquecen, mucho, a costa de la mayoría, que se empobrece en exactamente la misma cantidad. Porque el dinero cambia de manos. Cambia de bolsillos. Simple y llanamente. El dinero no desaparece.
Y como este cambio de bolsillos se está haciendo a escondidas, en una secuencia de crisis descontroladas, rodeado de mentiras, generando miedo, pues fácilmente podemos elegir cambiar palabras y utilizar otras diferentes. En concreto, podemos no hablar de ‘transferencia’ de riqueza y si hablar de ‘robo’ de riqueza. Así, podemos re-escribir algunas frases del párrafo anterior con el nuevo verbo. Estamos siendo testigos de un ‘robo’ de riqueza de un tamaño formidable. Es un ‘robo’ de fondos públicos de la mano del gobierno, cobrada de la gente corriente en forma de impuestos, hacia las manos de los bancos (y también otras grandes empresas) y los individuos más ricos.
Todo esto, llevando a España y a la sociedad española en direcciones fáciles de anticipar.
Por un lado, nos conducen hacia el Tercer Mundo. Donde la deuda histórica, o la deuda externa, ahoga el país de manera permanente, dentro de un círculo tan vicioso como malignamente diseñado y conocido. Donde los ricos son cada vez más ricos. Donde los pobres son cada vez más pobres. Donde la clase media no existe. Y la poca que hay, cada vez se acerca más a la pobreza.
Por otro lado, nos conducen hacia el enfrentamiento social. Donde los que aún tienen algo se enfrentan a los que ya lo han perdido todo. Porque los que conservan algo, empleo, casa, ahorros o empresas, tienen miedo de perderlo, lo sujetan con uñas y dientes y se resisten a cualquier cambio. Porque los que ya lo han perdido todo, empleo, casa, ahorros, empresas, viven en la desesperación y necesitan, como sea, que las cosas cambien. Porque cada vez es más notorio que la voz del ciudadano es divergente de la voz de las instituciones públicas y veremos más manifestaciones urbanas. Y más manipulaciones de las manifestaciones urbanas dirigidas a crear conflicto e imponer el silencio desde la fuerza bruta.
Por último, nos conducen hacia el enfrentamiento territorial. Primando las decisiones y los intereses de Europa por encima de las decisiones y los intereses de España. Haciendo cambios en la Constitución Española de una manera tan obscena como innecesaria y a espaldas de los partidos nacionalistas. Cuestionando, de raíz, la conveniencia de la autogestión territorial y disfrazándola de ineficiencia y burocracia innecesaria.
Si, es cierto. Estoy indignado.
Estoy tan indignado que ahora sé que también estoy rebelde, rabioso, incómodo, hastiado, cabreado, molesto…
Estoy indignado con el comportamiento de políticos y banqueros, que sólo saben robar y mentir, una y otra vez, sin vergüenza alguna. Estoy indignado con su ignorancia y su descaro. Estoy indignado con los partidos políticos y con la banca, instituciones que se han alejado totalmente de su función social más básica y que sólo sirven de cobijo para la mentira y el robo.
Estoy indignado con la policía y los jueces que ya no persiguen a los ladrones. Estoy indignado porque ya nadie se acuerda de Colombo, el detective, y su empeño en entender quien se beneficiaba de un crimen para meterlo en la lista principal de sospechosos.
Estoy indignado con los medios de comunicación, porque o viven en la ignorancia y no se enteran de nada, o son cómplices y viven de la mentira y de la manipulación informativa.
Estoy indignado con el empeño generalizado, mentira cochina, de que los ciudadanos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y la situación de crisis es, ciertamente, merecida. Que no. Que los que han vivido por encima de sus posibilidades son los políticos y sus amigos. Y los bancos y las grandes empresas. Que los demás no. Que los demas hemos vivido como nos tocaba. Bueno, si, ya sé, tu conoces a uno que… pero créeme, el efecto acumulado de esos muchos ‘yo conozco a uno que’ es insignificante si lo comparas con la fiesta económica que se han dado políticos y banqueros.
Estoy indignado porque todos juntos, sin saberlo o sabiéndolo, nos conducen, como quien conduce un coche a toda velocidad, hacia el abismo del empobrecimiento radical y el enfrentamiento social.
Y si, además, estoy indignado porque cada vez que cojo el periódico, y eso que lo hago pocas veces, me encuentro con noticias de políticos corruptos y de banqueros ladrones. Todo, en medio de un disimular colectivo del tipo ‘no, esto es la excepción’ cuando todos, todos sabemos que ‘esto es, sin dudarlo, lo más normal’.
Si, es cierto. ¡Qué indignado estoy! Y algo provechoso tendremos que sacar de tanta indignación ¿verdad?
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