¡Dinero, gasolina y electricidad, todo es lo mismo… o casi!
12/07/2012 | carlosgoga | crisis | No hay comentarios
Entender las dinámicas del sector bancario y su efecto sobre la actividad resulta confuso para la mayoría de los ciudadanos. La razón es fácil. Quienes hablan de ello utilizan una verborrea financiera, repleta de tecnicismos y legalismos, que lo hace incomprensible. Tal es la verborrea que me atrevo a afirmar que el 99% de los políticos y los banqueros no tienen ni idea de lo que hablan. Tal es la verborrea, que el 100% de los ciudadanos de a pie se resignan a vivir en la oscuridad absoluta, aceptar su ceguera y entregar su mano al político de turno.
Pero no tiene porqué ser así. Sólo necesitamos realizar un pequeño esfuerzo y buscar analogías fáciles. Esta es mi intención hoy. Dar luz a lo que es sombra para empezar a entender el nivel del engaño al que estamos sometidos.
Porque el dinero, en nuestra sociedad, es tan necesario como lo es la gasolina o la electricidad. Esa es la sociedad que, poco a poco, bajo el paraguas conceptual de ‘progreso’, hemos creado. Estamos en una sociedad que depende totalmente del dinero, de la gasolina y de la electricidad. Pero no en términos absolutos, sino en términos de circulación. Lo importante no es que haya mucho dinero, mucha gasolina o mucha electricidad. Lo importante es que circule, que se mueva, que sea fácilmente asequible. Y para que eso ocurra, la sociedad confía en que los bancos circularán el dinero, las gasolineras distribuirán la gasolina y las compañías eléctricas harán lo propio con la electricidad.
Porque ¿qué pasaría si las gasolineras dejasen de distribuir gasolina? ¿Lo imaginas? Pues que ningún vehículo podría moverse. No habría actividad. Todo el mundo quieto ¿Te imaginas que las propietarias de las gasolineras hubiesen comprado millones de coches, para revenderlos o alquilarlos, en un intento de hacer mucho dinero fácil? ¿Te imaginas que toda la gasolina de la que disponen la dedicasen a “sus” coches y dejasen de venderla a los ciudadanos? ¿Te imaginas que el gobierno, sabedor de que no hay gasolina, les enviase camiones y camiones repletos de gasolina y que ellas, las gasolineras, lo utilizasen única y exclusivamente para mantener el depósito lleno de “sus” coches?
Porque ¿qué pasaría si las compañías eléctricas dejasen de distribuir la electricidad? ¿Lo imaginas? Pues que ningún aparato eléctrico o electrónico podría funcionar. No habría actividad. Todo el mundo quieto ¿Te imaginas que las compañías eléctricas hubiesen comprado millones y millones de bombillas, para revenderlas o alquilarlas, en un intento de hacer mucho dinero fácil? ¿Te imaginas que toda la electricidad de la que disponen la dedicasen a “sus” bombillas y dejasen de venderla a los ciudadanos? ¿Te imaginas que el gobierno, sabedor de que no hay electricidad, les construyese centrales eléctricas y centrales eólicas y que ellas, las compañías eléctricas, las utilizan única y exclusivamente para mantener encendidas “sus bombillas”?
Si lo anterior lo entendemos, entonces podemos entender qué está pasando con el dinero. Porque la pregunta de inicio es la misma. ¿Qué pasaría si los bancos interrumpiesen la circulación del dinero? ¿Lo imaginas? Lo sabes. Pues que ninguna empresa o administración podría funcionar. No habría actividad. Todo el mundo quieto. ¿Te imaginas que los bancos hubiesen financiado (o comprado) millones y millones de pisos, para revenderlos o alquilarlos, en un intento de hacer mucho dinero fácil? ¿Te imaginas que todo el dinero del que disponen lo dedicasen a “sus” pisos y lo retirasen de la circulación, sin dejar dinero a los ciudadanos y a las empresas? ¿Te imaginas que el gobierno, sabedor de que no hay dinero en circulación, les prestase millones y millones de euros y que ellos, los bancos, lo utilizasen única y exclusivamente para mantener la propiedad de “sus” pisos?
¡Qué más decir! A partir de aquí, creo que ya es el sentido común más básico el que habla… pero a gritos.
Cualquier solución para retomar la actividad requiere reconocer los errores que se han producido, identificar a los causantes y exigirles responsabilidades, aprender de lo ocurrido para evitar caer en la misma situación y retomar el cauce natural de las cosas. Y esto hay que hacerlo de igual manera si se trata de gasolina, de electricidad o de dinero. Y esto hay que hacerlo de igual manera si se trata de compañías petroleras, de compañías eléctricas o de bancos.
Sin embargo, aún hay algo más. Hay una diferencia sustancial. Gasolina, electricidad y dinero no son iguales. Porque para conseguir gasolina, hay que explorar y perforar yacimientos, refinar el crudo y distribuir el resultante a través de oleoductos o camiones. Y para generar electricidad, hay que construir centrales eléctricas y levantar tendidos que atraviesan miles de kilómetros hasta alcanzar hogares y empresas. Pero para crear dinero… ¿qué se necesita para crear dinero, máxime cuando el 90% del dinero que se maneja es electrónico? Para crear dinero, sólo se necesita el conocimiento y la voluntad para hacerlo.
Y ahora si, creo que con estas palabras, ahora todos entendemos la situación mucho mejor y reconocemos con claridad el nivel de engaño y saqueo que estamos viviendo.
Ayer escuché, de boca de políticos corruptos, varias afirmaciones que se me quedaron clavadas. Escuché que ‘no hay alternativas’, ‘que no hay opciones’ al plan de recorte de los 65.000 millones de euros…
¿Qué no hay alternativas? ¿Qué no hay opciones? ¡Serán sinvergüenzas y ladrones! ¡Hay mil alternativas! ¡Hay mil opciones!
Pero escogen y siguen escogiendo el camino del que no mira hacia atrás y del que no aprende nada ni corrige nada ni cambia nada. Porque de hacerlo, encontrarían con facilidad que el problema son ellos y que la solución es la renovación absoluta de la casta política de España.
Escogen y siguen escogiendo el camino que hace que ellos y sus amigotes estén bien y sigan mejor, mientras que el resto de nosotros nos vemos empujados hacia el precipicio social, donde sólo hay agonía y sufrimiento para nuestros seres queridos.
Entre todos podemos. Y un paso necesario, fundamental, es entender la injusticia, el engaño y el dolor, para desde ahí levantar la energía de la «ira» colectiva y transmutarla en esa «violencia creativa» que destruye lo que no sirve y deja espacio a lo nuevo, y deja que lo nuevo hable.
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