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Blog de Carlos Goga

¿Incompetencia digital, burocracia digital o corrupción digital?

12/12/2016 | | crisis, experiencias | No hay comentarios

Hace unos días recibí una notificación oficial de DEUDA EN EJECUTIVA proveniente de la Diputació de Valencia. Se trataba del Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica. En total, 163,27 euros (incluyendo 19,39 euros de recargo de apremio y costas). Hoy he decidido dedicar un rato a pagar el impuesto y solucionar el incidente para que no se vuelva a repetir. Esta es la pequeña crónica de mi gesta, la que me lleva a hacerme la pregunta que encabeza este post.

Mi primer paso ha sido acudir a la Oficina de Recaudación de Tributos del Ayuntamiento. Al llegar, me he encontrado (¡sorpresa!) diez personas esperando y un único funcionario. Eso sí, el espacio en cuestión es nuevo y cuenta con cinco mesas de trabajo, vacías todas menos la del funcionario.

Después de esperar más de 45 minutos, ha llegado mi turno. La siguiente sorpresa es que no me admiten el pago. Cuando he preguntado si esta era la oficina de recaudación, me han dicho que sí, pero que no recaudan, sino que tengo que acudir a una entidad financiera colaboradora para yo pagar (y ellos recaudar). Cuando he preguntado si podía pagar por internet, me han dicho que el pago por internet sólo es posible para clientes del Banco Santander, Bankia, Caixa Bank y Caja Mar. ¡Yo no lo soy!

Una vez allí, he aprovechado para pedir que me cambiasen el domicilio postal de comunicación de estos avisos ya que he cambiado de residencia y sino he pagado es porque no recibí la notificación original de pago de impuestos. La sorpresa, nuestra sorpresa, ha sido que la aplicación informática no lo ha permitido porque dice que el domicilio no existe. Pero, ojo, ¡esto es obviamente erróneo porque la dirección existe en el mundo real!

Lo siguiente que he pedido ha sido que me domiciliasen el recibo. Nuestra sorpresa, la sorpresa final, ha sido que la aplicación no admitía el IBAN de mi cuenta bancaria porque responde a una entidad financiera previa a las fusiones de los últimos años. He insistido en que el IBAN está plenamente operativo, cosa que sé porque recibo transferencias y pago recibos por ahí. ¡La respuesta ha sido que acaban de actualizar la aplicación y ya no lo admite, aunque sea un IBAN operativo!

Así que he salido cabizbajo dirección a mi entidad financiera. Cuando he llegado, de nuevo seis personas esperando en una oficina nueva de diseño, con cuatro puestos de atención al cliente pero sólo dos empleados. Más esperar. Llega mi turno y cuando pido pagar me dicen que allí no, que ellos no tienen un acuerdo de colaboración con la Diputació de Valencia y que no puedo pagar. Leo las entidades colaboradoras y encuentro el BBVA, Banco Santander, Banco Popular, Bankia, Caixa Bank, Banco Sabadell, Caixa Ontinyent, Cajamar, Caixa Popular, Caja Rural de Torrent y Crédit Valencia. Yo soy cliente de la antigua Caja Murcia, actual BMN. No puedo pagar.

He respirado hondo y me he dirigido a la oficina del Banco Santander. La bienvenida ha sido doble. Por un lado, un cartel que dice que el pago de recibos es sólo martes y jueves de 8:30 a 10:30. Por otro lado, dos cajas de atención. Una, con un cartel que dice Caja Exclusiva para Cliente; la otra, Caja para Clientes y No Clientes. Sin saber si me iban a atender, he esperado. De nuevo, oficina nueva nuevísima con seis puestos de atención al cliente, cuatro de ellos vacíos y sólo dos empleados atendiendo. Tras la correspondiente cola, resulta que conozco a la cajera (en la Caja para Clientes y No Clientes) y tras una breve conversación sobre nuestros tiempos pasados, empieza el procedimiento de pago. Cuando saco la tarjeta, me dice que no, que lo siente, que no puedo pagar en tarjeta. ¡El banco sólo se admiten pagos en efectivo!

Sonriente y curioseando en la situación, me despido y me dirijo de nuevo a mi banco para sacar dinero en efectivo. El cajero automático me espera. Pido sacar dinero y me dice que importe erróneo, que sólo emiten billetes de 10, 20 y 50 euros. Me doblego a la máquina y redondeo al alza el importe que necesito. Me da los dineros y, graciosa la máquina, me comunica que esta operación no está sujeta a comisiones. ¿Pronto cambiará?, me pregunto. ¿Pronto tendré que pagar por sacar efectivo del cajero de mi propio banco?

Regreso al Banco Santander y me coloco educadamente en la cola. Aunque algo ha cambiado. Ahora la caja atendida es aquella que dice Caja Exclusiva para Cliente. Yo no soy “extrictamente” su cliente. Pero me lanzó a experimentar y, ualah, después de 20 minutos esperando, consigo pagar el impuesto en cuestión.

En total, más de 120 minutos para pagar un impuesto gracias a la incompetencia, la corrupción y la burocracia digital de la Administración Pública y las entidades financieras. Por supuesto, nada que ver con las personas que me han atendido como tal, sino todo originado en las instituciones y esas otras personas, sus dirigentes y directivos, que sólo buscan el beneficio propio. Cuántas preguntas me nacen de esta experiencia. Esto, recordémoslo, sin poder cambiar el domicilio postal y el domicilio bancario. Ah, y todo en el mismo municipio, un municipio pequeño en el que los desplazamientos son muy cortos y a pie. ¡No quiero ni imaginar la situación en una gran ciudad!

Cuántas preguntas me nacen de esta experiencia. ¿Incompetencia, burocracia o corrupción oficializada? ¿Incompetencia, burocracia y corrupción oficializada?

Todo esto en el año 2016, en pleno siglo XXI, cuando es posible conectarse a cualquier página web y comprar un producto en la otra esquina del mundo y pagar con tarjeta de crédito. ¡Bienvenidos a la España del futuro!

Etiquetas: cambio, crisis, indignado, políticos, tecnología

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