La conveniencia de una VISIÓN EMPRESARIAL atrevida, directa e íntima
02/02/2012 | carlosgoga | cambio, emprender, experiencias | No hay comentarios
Vivo una vida afortunada. Las situaciones se suceden con una magia que me abruma tanto como me excita. Situaciones que me alcanzan en lo más íntimo y que despiertan miedos primitivos de una manera tal que, como hombre, sólo puedo reconocerlos y atravesarlos.
La semana pasado participé en una mesa redonda en Hub Madrid. Cinco empresarios emprendedores se ofrecieron para compartir su experiencia. De entre todas las peticiones que se lanzaron a la mesa, hubo una que ocupó gran parte de la conversación. La petición fue tan directa como sencilla: “Por favor, decidnos que os ha empujado a emprender”.
Las respuestas fueron igual de directas y convenientes. Estas son las notas que tomé:
- “Para mi, emprender es un acto creativo”
- “Para mi, emprender es ofrecer mi don al mundo y ponerlo al servicio de la sociedad”
- “Para mi, emprender es sentirme vivo y reconocer mi vitalidad”
- “Para mi, emprender es dejar volar mi imaginación”
Reconocí todas y cada una de las respuestas y las hice mías, desde la intimidad más sincera, pero se me antojaron incompletas. La ausencia de lo relevante se me hizo manifiesta y así lo expuse, abiertamente.
“Echo en falta”, dije, “echo en falta la fuerza de vuestra visión personal, como hombres. En una época turbulenta y de grandes crisis como la actual, donde la sociedad necesita regenerarse y encontrar nuevas vías, prácticamente en todos y cada uno de los ámbitos conocidos, necesitamos de la guía y de la fuerza de la visión innovadora de emprendedores para cambiar y mejorar lo que no funciona”.
Mi petición no cayó en saco roto. Quizás si para los demás, aunque no lo creo, pero no para mi. Me quedé atrapado en una reflexión íntima sobre la fuerza de la visión empresarial y su ausencia en el discurso entre los presentes. Sobre la conveniencia indiscutible de manifestar qué es lo que realmente mueve a la persona, al individuo, cuando decide emprender y jugarse su energía vital en ese todo o nada que es la actividad emprendedora empresarial.
Recordé, con tanta satisfacción como pudor íntimo, la fuerza que, empaquetada como visión empresarial, me ha acompañado durante mis distintas aventuras empresariales:
- Poner las capacidades y la libertad de comunicación de internet al alcance de cualquiera (terra)
- Evitar que los recuerdos acaben enterrados en el fondo de un PC y poner una fábrica de sonrisas en cada esquina, a disposición de hombres y mujeres de bien (defoto)
- Amplificar las buenas noticias y ofrecer ideas en positivo, con h de humanidad, rompiendo el monopolio actual del miedo y la desgracia en los medios de comunicación (planet idea)
- Facilitar el acceso a fuentes y sistemas alternativos de energía que independicen a familias y empresas de los actuales monopolios energéticos, superando el sentir de culpabilidad medioambiental (sun security)
- Acabar con la burocracia administrativa que impone el uso del papel, facilitando y endulzando la vida de millones de administrativos y salvando árboles por el camino (doconyou)
Quizás, así descritas, sin contexto, las visiones anteriores digan poco, pero fueron un caudal infinito de energía positiva a la que acudí en los momentos difíciles y que estuvo a mi plena disposición.
También descubrí algo tan interesante como conveniente. Descubrí que aún no había verbalizado, con sinceridad y espontaneidad, cuál es la visión empresarial, mi visión empresarial, mi sueño personal si lo prefieres, detrás del proyecto INNOTARSE.
Así que la vida me ofreció un siguiente paso. Ese mismo día disfruté de la compañía de un buen amigo. Me quedé invitado a dormir en su casa. Mantuvimos otra de nuestras irrepetibles conversaciones de sobremesa, entre vinos, al son del humo de cigarrillos. Le puse al día sobre mi nuevo proyecto empresarial y lo que me movía a hacerlo. Sin buscarlo, empecé a hablar con voz tan menuda como firme. Empecé a desnudar mi intención de hombre. Compartí con él mi nuevo sueño. Y desmenucé, entre susurros de madrugada, todos los miedos con los que me estoy topando por el camino y que necesito atravesar.
“Necesitamos una nueva generación de empresarios emprendedores. Que conozcan bien las reglas, tanto las antiguas como las nuevas, y las utilicen a su favor. Pero no emprendedores cualquiera. No.
Necesitamos empresarios emprendedores que estén bien armados. Que sean magníficos directores generales, dominen el arte de emprender y sepan hacer crecer su empresa. Que desde el liderazgo humano, reconozcan la fuerza y el potencial de su equipo y lo alineen con su visión empresarial. Que se sepan hombres despiertos y libres, ajenos a falsas creencias, hábitos y prejuicios, irrespetuosos ante las instituciones caducas que han perdido su función social. Que pongan su energía empresarial y su capacidad de innovar al servicio de la vida.
Necesitamos empresarios emprendedores con alma. Pero no con cualquier alma. Sino con un alma blanca y luminosa. Con la determinación de impactar en positivo, poniendo a las personas en el centro, desde la transparencia de actuación. Que reconozcan que la sociedad está en crisis, muy enferma, y que propongan alternativas innovadoras a los grandes problemas y retos con los que nos enfrentamos. Que los conceptos de responsabilidad y sostenibilidad vengan de serie, que estén en su ADN, que no necesiten excusas para hacer lo que se debe hacer, desde el principio.
Necesitamos empresarios emprendedores que hagan suya la fuerza del amor. Que vivan su empresa amando lo que hacen y haciendo lo que aman. Porque es en el amor, y sólo en el amor, donde está el caudal ilimitado de energía que todos necesitamos para seguir caminando.
Necesitamos un ejército de empresarios emprendedores, excelentes directores generales, grandes líderes humanos, hombres libres y despiertos, amantes de su empresa, que mejoren la sociedad y la lleven a un siguiente nivel en el que la innovación, la tecnología y el progreso esté al servicio del individuo y del amor.
Y yo sé de un camino. Quizás no sea el único, pero yo puedo ofrecer un camino que recorrer a esos nuevos empresarios emprendedores. Puedo ayudarles y entrenarles y que reconozcan su potencial, que hagan crecer sus habilidades y que consoliden su energía. Para que hagan uso de sus superpoderes y tengan éxito. Y así, que sus sueños, sueños de alma luminosa y blanca como son, acaben siendo realidades para todos.
Claro, el miedo me inunda. Me doy cuenta de que no me atrevo a manifestar mi sueño, mi visión, porque tengo miedo. Tengo miedo a sentirme ignorado y que nadie escuche mis propuestas. Tengo miedo a que me escuchen pero se rían de mí y venza, una vez más, la tradición y lo políticamente correcto. Tengo miedo a sentirme rechazado y señalado con el dedo y desterrado del mundo empresarial.
Sin embargo, cada vez más, me doy cuenta de que éste y no otro es el camino que tengo que caminar. Veo que mis miedos son los miedos de cualquiera que decide emprender con determinación. Veo que tengo que atravesar, una vez más, los miedos que todo emprendedor con ambición alberga. Y veo que, humildemente, mi determinación de hoy es parte de mi compartir con los demás mañana”.
Aquella conversación no quedó huérfana. En aquel mismo momento me reté a escribir esta nota y hacer pública la visión empresarial que se esconde tras INNOTARSE. Y lo hago identificando, a su vez, la misión que reservo para mí, atravesando los miedos que me acompañan y comprometiéndome, una vez más, con un sueño que quiero vivir día a día.
Aquí voy. Cruzo los dedos. Desde INNOTARSE, quiero… identificar, entrenar, fortalecer y acompañar a una nueva generación de empresarios con alma, emprendedores de élite que comprometan su energía vital y su ambición empresarial en mejorar la sociedad para que ésta gire, de manera inequívoca, entorno al individuo y al amor.
Pero la vida, generosa como es, no lo ha dejado aquí. Hoy me ha regalado otro momento de esplendor. De nuevo, en Hub Madrid. Graciosamente, con un excelente profesional al que conocí en la mesa redonda de la semana pasada y que me ha ofrecido su tiempo y su consejo.
El encuentro ha comenzado fácil. Poco a poco, le he abierto mi intención y mis ideas con la pretensión de recoger sus impresiones. Expectante ante el más mínimo síntoma de rechazo e indiferencia que confirmase mis miedos. Cauteloso en el uso de la palabra para presentarme con un discurso correcto, tradicionalmente profesional y adecuado. Y ha funcionado.
Si, ha funcionado, pero a medias. Ha reconocido lo innovador y conveniente de mis propuestas. Ha alabado mis capacidades personales y profesionales. Pero ha manifestado, con rotundidad, la conveniencia de ofrecer una imagen mucho más transgresora. De evolucionar mi discurso y atreverme con un posicionamiento más rebelde. Más disruptivo. Con mucha más fuerza.
Sus comentarios me han enfrentado, cómo no, de nuevo, a mis miedos íntimos. Han sido una vuelta de tuerca necesaria para adentrarme en lo desconocido y en lo aparentemente incómodo. Porque si bien es cierto que he iniciado el camino que quiero andar, igual de cierto es que lo estoy haciendo con timidez en el uso de las palabras.
Así que ahora veo que necesito profundizar aún más, atravesar otra vez mis miedos y ofrecerme con espontaneidad, sin corsés, dejando que las palabras broten y broten. Aceptando que desconozco su dirección, sus efectos últimos. Reconociendo que sólo así, libre de miedos, mi creatividad alcanzará un lienzo en blanco, mi don llegará al mundo, la vitalidad de ser me inundará, y mis sueños y mi imaginación volarán.
Y de nuevo, aquí voy. Siembro de incertidumbre e incomodidad mi intención y enuncio, una segunda vez, la misión empresarial que persigo para INNOTARSE.
Porque desde INNOTARSE, quiero crear y fortalecer un ejército de empresarios emprendedores ninja, hombres libres que pongan su pasión innovadora, su violencia creativa, al servicio de una sociedad mejor, penetrándola desde el amor por lo que hacen y preñándola haciendo lo que aman.
Gracias, Ecequiel. Si con mi ejemplo provoco y facilito la violencia creativa en otros, el mérito es tuyo. Si me equivoco, el error es sólo mío. Sat nam.
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