San Francisco, 15 años después: lecciones fáciles y aprendizajes simples
16/10/2017 | carlosgoga | experiencias | No hay comentarios
Acabo de regresar de San Francisco. La última vez que estuve allí fue en el año 2000. Este viaje que acabo hoy me resuena como una fuente de aprendizajes, algunos muy terrenales, otros algo más escurridizos y frágiles. Sirva este post como recordatorio, abierto como es, de algunas cosas a tener en cuenta para el próximo viaje a esta maravillosa ciudad.
Empecemos por los aprendizajes fáciles a recordar:
- San Francisco es caro. Y digo caro, tan caro como que pretender “tomar algo de beber” son 10 dólares y “tomar algo de comer” son 20 dólares. ¿Un café? Te descuidas y son 10. ¿Una hamburguesa o una ensalada? Oh, twenty. Esto, que puede resultar fácil de entender, es literalmente el doble de lo que acostumbramos a pagar en España. Con la incomodidad y la confusión que supone.
- San Francisco curiosea y juega con el turista forastero para sacarle los dineros. Literalmente, ojo avizor. Mi relajación ha resultado en que pagué 69 dólares por la tarjeta de datos con ULTRA MOBILE cuando podría haber pagado 30 con T-MOBILE; pagué 39 dólares por una recarga de batería cuando en WallGreen la encontré a 19 dólares; y pagué 19 dólares por un conversor de enchufe de España a USA cuando en WallGreen estaba a 8,90 dólares.
- San Francisco está excesivamente entregada a AirBnB y otros mecanismos análogos de alquiler de habitaciones. Pensé que alquilaba habitación en una casa particular y resultó que alquilé habitación en una casa en la que todas las habitaciones estaban alquiladas. Claro que está bien que cada cual haga lo que considere, pero… la realidad es que si compartes casa con otros tres “invitados” y sólo hay un baño, pues el sentir de escasez y de competencia es tan inmediato como espontáneo e inconveniente.
Sigamos con el resto de aprendizajes que traigo:
- Utilizando Google Maps es extraordinariamente sencillo moverte por la ciudad, pero para utilizar Google Maps necesitas una buena conexión de datos y la mía, la de 69 dólares con ULTRA MOBILE, no ha resultado especialmente buena; tanto es así que en más de una situación me he sentido “ciego” de información (por extraño que parezca).
- Perder el pasaporte es algo que ocurre. Aún pienso en cómo lo he perdido yo y no acabo de encontrar una respuesta. Ahora sé que tengo la mochila (con el pasaporte dentro), ahora la busco y no la encuentro (con el pasaporte dentro).
- Confundir la hora de salida del avión es algo que ocurre. En mi cabeza, según mi lectura del itinerario de viaje que me envió Norwegian Airlines, viajaba a las 8 en punto. Además, de la visualización del viaje en Google Calendar, tenía muy claro que viajaba el miércoles por la mañana. Así dicho, pensé que viajaba el miércoles por la mañana a las 8 en punto. ¿Correcto? Pues no, la verdad es que con este pensar perdí el avión. El billete decía las 8.00 (en referencia amable a las 20.00 PM) y Google Calendar me ofrecía una vista de la agenda GMT+1 (o sea, Madrid), cuando yo estaba en GMT-8 (léase San Francisco). ¿La realidad? Que el avión salía 12 horas antes de lo que en todo momento pensé. Norwegian te avisa 3 horas antes de que el avión va a salir… y a mí me pilló, literalmente, cortándome el pelo en Chestnut Street, equipaje por hacer.
Aparcados estos aprendizajes, me apetece anotar algunos temas muy específicos que han captado mi atención y mi sentir de una manera muy marcada:
- La presencia de turistas (y fácilmente me incluyo aquí) es tan masiva que cualquier situación es marcadamente “turística” y elimina cualquier sentir de originalidad. Y aquí hago referencia tanto a contenido como a precios. Me resulta súper evidente que estamos provocando una “pandemia” con este turismo desenfrenado al que nos hemos entregado, pandemia que fácilmente reconozco en PRIMERA PERSONA en Venecia y Londres; en Madrid, Barcelona y Valencia; y ahora también en San Francisco.
- La ciudad está repleta de “homeless”, algo que me ha levantado un gran sentir de tristeza e impotencia. Y si digo repleta es porque en muchas situaciones, a simple vista, resultaba fácil identificar tres o cuatro personas en situaciones de mendicidad. En algunos lugares, como el Civic Center o Embarcadero, es sumamente fácil contar hasta 30 ó 40 personas que están sin techo, buscando cómo seguir sobreviviendo en la ciudad. Si ver a tanta gente en situación de pobreza es dura, reconozco que me ha resultado mucho más duro la indiferencia con la que la gran mayoría (incluido yo) obviamos cualquier situación de “fragilidad” humana (y soy generoso con los términos que utilizo).
- Toda la zona del SOMA se ha convertido en un hervidero de veinteañeros, a cada cual más ingenuamente tecnológico y ambicioso, venidos de todos los rincones de este mundo nuestro. Pasear por allí es tan curioso como sorprendente. Escuchar las conversaciones, indiscreto como es (¡mis disculpas!), resulta en una manifestación de ingenuidad que me asusta tanto como me provoca sonrisas.
San Francisco es una gran ciudad. Regresar 15 años después ha sido una hermosa experiencia, aunque como experiencia ha sido abundante en sorpresas e inesperados. Aquí os he ofrecido algunos aprendizajes. Ojala os resulten útiles para vuestra siguiente visita.
Etiquetas: emprendedor, SiliconValley, tecnología