Y la respuesta es… ‘entrar en contacto con nuestro corazón’
06/07/2012 | carlosgoga | cambio | No hay comentarios
Durante los últimos meses, ha habido una respuesta que me resultaba escurridiza. La pregunta, sin embargo, es más sencilla de formular: ¿Qué hacer para contribuir activamente al cambio desde dentro del sistema social que nos toca vivir, sin arriesgarlo todo? Hoy me atrevo a pronunciar y proponer una respuesta, en voz alta, bajo el formato de cuatro recomendaciones generalizadas.
1. Transparencia activa y abierta.
El día a día nos ofrece multitud de oportunidades para dar transparencia a los abusos, a las incoherencias y a las irregularidades con las que nos topamos. Sea cual sea la situación, ayuda amplificarla y darle transparencia. Quizás a través de un comentario sincero en una conversación, quizás a través de un “Me gusta” o un “Compartir” en Facebook, quizás a través de nuestra presencia en una manifestación. Lo importante es desterrar la indiferencia y el miedo, haciendo notorio nuestro descontento y nuestro distanciamiento con las injusticias cotidianas. Las personas estamos programadas para ‘empatizar’ y es la empatía la que nos llevará a esa masa crítica de “nosotros” que influirá decididamente en el resto de la población, en aquellos que desde el conservadurismo, la incomprensión o el miedo se resisten a aceptar la necesidad de un cambio real en las instituciones y en la sociedad.
Es conveniente que cada vez más de nosotros atemos cabos y destapemos la incoherencia de las instituciones y de sus dirigentes. Un partido político como el PP es capaz, al mismo tiempo, de hacer lo siguiente: expulsar a un diputado por apoyar a los mineros; defender a capa y espada a sus consejeros VIP designados a dedo en Bankia; ofrecer todo tipo de prebendas económicas y jurídicas a quien persigue montar en Madrid o en Barcelona el mayor centro de drogas, alcohol y prostitución de Europa; meter peajes en autovías para compensar a las concesionarias de las autopistas; autorizar una subida de la luz, copagos en sanidad, reducciones de becas para escuelas… por mencionar unos cuantos de su enorme lista de agresiones sociales y muestras de abuso de poder. O que una empresa como Telefónica anuncia despidos y ERE en su año de beneficio record, mientras su alta dirección se sube una vez más el sueldo y el servicio básico de telefonía e internet mantiene precios desorbitados si se compara con otros países.
2. Comprar es votar.
De entre los roles que ostentamos como individuos de la sociedad occidental, el más sensible y el que más poder tiene es el de consumidor. Cada vez que sacamos la cartera, estamos otorgando poder económico en una dirección o en otra. Cada vez que sacamos la cartera, estamos emitiendo un voto en esta sociedad del consumo. Es el momento de votar con el bolsillo. La verdadera democracia está en las decisiones de compra. La ilusión generalizada es que la democracia está en las urnas. Pero no es cierto. La verdadera democracia, la democracia real, hoy por hoy está en nuestros bolsillos.
Comprar local y no comprar global es votar en favor del desarrollo de nuestra comunidad y en contra del capital, del petróleo y del famoso ‘mercado’. Comprar pequeño comercio y no grandes empresas es votar en favor de las familias y en contra de las grandes multinacionales y sus directivos. Comprar sano y no sintético es votar en favor de nuestra salud y en contra de la enfermedad generalizada. Comprar artesano y no industrial es votar en favor de las personas y en contra de las bolsas y los bichos financieros.
Si de entender el efecto votar con el bolsillo se trata, basta con dejar algunas preguntas abiertas ¿Cómo reaccionaría la Merkel si las ventas de BMW y de Mercedes se desploman en España? ¿Cómo reaccionaría Mercadona si las naranjas importadas se pudren en sus estanterías? ¿Cómo reaccionaría el Santander si hubiese una retirada masiva de depósitos?
3. Desintermediar relaciones.
Las instituciones dominantes de la sociedad buscan, con insistencia asombrosa, intermediar económicamente en relaciones que no necesitan intermediación alguna. No hay nada que obsesione más a gobiernos, grandes empresas y bancos que entrometerse donde nadie les llama con el único objetivo de aumentar su poder económico y nuestra dependencia. Los primeros buscan impuestos; los segundos, vendernos el servicio intermediado; los terceros, ansían cobrar una comisión al que paga y otra al que cobra. Y su obsesión por intermediar lo es en procesos propios de la naturaleza o en las relaciones entre personas. A veces, exaltan la intermediación con calificativos pomposos como modernidad, comodidad o moda. Otras veces, desprecian la no intermediación y la tachan de obsoleta, de economía sumergida o de insana. Tenemos que poner atención y desintermediar todo lo que podamos. Cuando podamos elegir entre intermediado económicamente o desintermediado económicamente, elijamos lo segundo. Nosotros conseguiremos ahorrar, ganar independencia, y regresar al cauce natural de la vida. Y al mismo tiempo, las instituciones dominantes verán menguado su poder y su influencia sobre nosotros.
Ejemplos de lo que podemos hacer hay mil. Aquí unos cuantos. Organicemos una mudanza con amigos y vecinos. Bebamos agua de fuentes y grifos. Compremos directamente al agricultor. Paguemos en efectivo y no con tarjeta. Cocinemos en casa. Aprendamos a no eyacular o a venerar y reciclar la sangre de la menstruación. Pidamos que nos lleve al aeropuerto un familiar o un conocido. Vayamos de vacaciones a casa de ese amigo. En muchos casos, se trata de pedir y devolver favores en ámbitos que se consideran profesionales. En otros, simplemente acudir directamente a la fuente de la naturaleza y de la vida. En cualquier caso, en todos, el objetivo es más amor y menos dinero.
4. Participa en la creación de ‘la época del amor’
Hace unos meses escribí un post bajo el título: “Tu eliges: paro o amor. O la respuesta de nuestra sociedad ante la innovación tecnológica”. Allí anticipé el concepto de ‘la época del amor’. Porque cuando la innovación tecnológica y el progreso colectivo alcanzan ese umbral en que no es necesario que todos trabajemos tanto, lo inteligente es dedicarse al amor ¿Y qué entiendo por ‘amor’ en este contexto? Pues todas aquellas actividades que asociamos a fiesta, salud, arte y crecimiento personal. Porque sólo de nosotros depende crear y fomentar una sociedad, y una economía, que tengan como eje esas cuatro actividades y que se aleje del consumo industrial descabellado, inhumano y desnaturalizado en el que estamos atrapados.
Cuando podamos elegir entre consumo industrial o consumo de ‘amor’, elijamos ‘amor’. Cuando podamos elegir entre un trabajo industrial o un trabajo de ‘amor’ elijamos ‘amor’. Mejor ir al cine, al teatro, al museo, a un concierto o a una librería que no comprar más ropa o más zapatos. Mejor aprender a cocinar, a cultivar un huerto, a dar masajes, a bailar o una práctica deportiva nueva que no embarcarse en un turismo de masas internacional tan estresante como insensato. Mejor cultivarnos pintando, o escribiendo, o esculpiendo, o modelando que no comprar nuevos juguetes o cosméticos y productos de pseudo-aseo personal innecesarios. Mejor practicar yoga, confesarnos con un amigo o una amiga, comer sano, entregarnos a la biodanza o al arte-terapia, utilizar remedios naturales, disfrutar de la naturaleza más cercana, alumbrar una sexualidad oscura o despertar una emocionalidad dormida que no atiborrarse de medicamentos o perpetuar los antiguos vicios del mucho fumar y mucho beber.
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Las cuatro pautas de actuación anteriores tienen un denominador común. Lo pienso, lo veo, lo siento y lo comparto. El camino hacia un mundo mejor y un momento mejor es que entremos en contacto con nuestro corazón y que escuchemos su voz. Actuar con el corazón. Actuar buscando el buen sentir interior. Utilizar el corazón y confiar en su verdad en todo momento. En el trabajo. En la calle. En casa. En la intimidad. Amar lo que hacemos y hacer lo que amamos. Tantas veces como podamos. Envolviendo nuestro comportamiento y nuestro pensamiento con ese amor especial que bien sabemos identificar con actuar desde el corazón.
‘Entrar en contacto con nuestro corazón’ es la respuesta, la mejor manera a nuestro alcance, para facilitar el cambio activamente, para promoverlo con la confianza y con la tranquilidad de que el resultado final será satisfactorio para nosotros y para los que nos rodean, niños o ancianos, hombres y mujeres, en todas sus direcciones.
Etiquetas: amar, ayuda, crisis, lovetopía, oportunidad, transparencia