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Blog de Carlos Goga

El hombre y el arte de amar a una mujer

19/08/2013 | | bliss-u, sexualidad | 1 Comentario

Acabo de regresar de uno de mis cursos de sexualidad en los Pirineos, con Carmen y Mitchel. Es quizás el sexto o el séptimo que hago. Con éste, seguro que he rebasado el compartir íntimo con más de un centenar de hombres y mujeres. Aunque esta vez ha sido diferente; estando al servicio de los demás he podido sentir con plenitud la grandeza, la divinidad de una sexualidad consciente.

Mi siguiente paso en estas vacaciones es una aventura con mi hijo, de mochila e improvisación, por las islas griegas. Aunque es joven, muy joven, esta podía ser una conversación sincera, imaginaria, con mi hijo, desde mi condición de padre, sobre mi viaje a los Pirineos y estos asuntos del verdadero sexo: el sexto consciente, sexo tántrico o sexo sagrado.

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– Padre ¿qué has estado haciendo en los Pirineos?

– He estado en un curso con hombres que quieren ser buenos amantes. También había mujeres, pero por ellas no puedo hablar.

– Padre, ¿qué es ser un buen amante?

– Aquél que es capaz de hacer sentir a una mujer, en una sola noche, el sentido de la vida y del amor.

– Padre, ¿hay niveles de aprendizaje en la relación con la mujer?

– Lo que te acabo de contar es sólo un primer nivel.

– Padre, ¿cuál es el segundo nivel?

– Regalarle a la mujer un orgasmo. O mejor, muchos orgasmos, para que llegue el momento en que te sonría y te diga “Dios te manda saludos”.

– Padre, ¿cómo puede un hombre regalarle muchos orgasmos seguidos a una mujer sin eyacular y caer en el agotamiento?

– Todo hombre puede aprender a separar el orgasmo de la eyaculación, y así podrá sentir y regalar orgasmos sin eyacular y sin caer en la falta de energía vital, eso que llamamos agotamiento y que ocurre tras la eyaculación. De niños aprendimos a contener el pis; de mayores, debemos aprender a separar orgasmo y eyaculación.

– Padre, ¿hay un tercer nivel?

– En el tercer nivel, el hombre se siente Dios. Tú te sientes Dios. Tú eres Dios.

– Padre, me imagino que este es el último nivel ¿Cómo es este nivel?

– Aquí comienza la verdadera maestría en el arte de amar a una mujer. En este nivel, a través de tus caricias y del orgasmo continuado, la mujer sana todas sus heridas, se perdona a sí misma y perdona al hombre. En ese instante, tú te conviertes en su compañero, amigo y amante. En ese momento, la mujer es el ser humano más consciente y feliz de este mundo. Cuando alcanzas ese momento, ya no existe nada más que belleza y gratitud. El hombre ve a la mujer como la diosa que es. Es en ese momento cuando se produce el verdadero matrimonio, la unión del hombre con la profundidad de la mujer.

– Padre, ¡que maravilloso sería que todos los hombres pudieran hacer esto!

– No todos los hombres pueden hacerlo porque no todos los hombre quieren saberlo. Pero nos compete a nosotros, los hombres, encontrar la mejor forma de descubrirlo ¿Quieres saber cuál es el último nivel en el arte de amar a una mujer?

– No puedo creer que aún falte un nivel más.

– En el último nivel, el hombre acompaña a la mujer en el camino del amor, del orgasmo continuado, y se disuelve. Ya no sabe si es hombre o mujer. Y tampoco le interesa saberlo. La mujer, cuando llega este momento, lo mira con mucha dulzura y le susurra al oído “Finalmente, eres un Hombre”.

– Padre, ¿cómo puedo iniciarme en el arte de amar a una mujer?

– Lo primero que debes hacer es aceptar que el arte de amar a una mujer existe y que es bien distinto al que nos muestra la pornografía. Luego, bastará con practicar una y otra vez siguiendo unas normas básicas y dejando que sea la espontaneidad de la naturaleza quien te guíe.

– ¿Me cuentas cuáles son esas normas básicas?

– Cuando inicies la actividad sexual, olvida que el tiempo existe. Mantén siempre tu mirada sobre los ojos de la mujer. Aprende a dar y luego aprende a recibir; sólo cuando entiendas la intensidad del dar y la intensidad del recibir, estarás preparado para el baile del dar y recibir al mismo tiempo. Toca cualquier parte de su cuerpo con lentitud y dulzura, entendiendo que cada centímetro de su piel es tan sensible como sus pechos o su vagina. Acompáñala con tu atención para cada caricia se convierta en un movimiento, en una respiración y en un sonido. Nunca os robéis el orgasmo; ofreced cada orgasmo al otro con permiso, como quien entrega un regalo escondido. Y sobre todo, no pierdas la presencia y destierra las fantasías propias de la pornografía: mantén tu atención siempre en la mujer y en el único momento que existe, ese ‘ahora’ irrepetible juntos.

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Etiquetas: amar, cuentos, sexualidad

Un comentario

guillermo  on mayo 9th, 2014

Amigo hermoso comentatio, debo admitir que me siento feliz de leer esto porque sin saberlo, lo he estado practicando, muchas gracias por compartir esto con nosotros.

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