¿Denuncia necesaria o pesimismo desbocado? Recordando a Aristóteles
08/11/2012 | carlosgoga | cambio, crisis | No hay comentarios
Poco a poco, entre todos, estamos consiguiendo que al gobierno le resulte difícil esconder tanta ineptitud, tanta corruptela y tanta mentira. Igual que estamos consiguiendo que la casta política esté cada vez más desnuda, sin posibilidades de esconder sus vergüenzas.
Sin embargo, ante tanta oscuridad y tanta sombra, a veces me entra la duda y noto como me tiembla la intención. Escucho aquello de que ‘es malo para la marca España’ o que ‘sólo alimenta el pesimismo’ y entro en la confusión. Veo como sutilmente confundo la ‘denuncia de lo injusto’ con el ‘pesimismo desbocado’.
Pero no, recuerdo de nuevo a Aristóteles y concluyo que no es pesimismo. De tanto en tanto, he de recordarme que denunciar las injusticias no es pesimismo; sino el primer acto necesario de justicia. He de recordarme que hablar de lo negativo no es pesimismo; sino el ejercicio necesario para identificar y señalar adecuadamente el problema, abriendo así la opción virtuosa de avanzar hacia una solución.
Porque sinceramente creo que hasta que no aceptamos que tenemos un PROBLEMA y le pongamos NOMBRES y APELLIDOS, así, todo en mayúsculas, no encontraremos la fuerza suficiente y la determinación necesaria para proponer alternativas, hacerlas nuestras y resolver, entre todos, sobre la mejor SOLUCIÓN, también en mayúsculas.
Esas veces que la duda me invade, me retiro del ruido cotidiano y reflexiono sobre algunas de las lecciones más básicas que Aristóteles nos legó y cuya recuerdo me reconforta. Hoy, embargado de nuevo por la confusión como estoy, opto por reflexionar por escrito y compartir.
Lección #1. La ‘oclocracia’ es la degeneración corrupta de la ‘democracia’
Para hablarnos de las formas de gobierno, Aristóteles cruzó dos criterios y nos presentó las alternativas que se pueden dar. Eligió para ello un primer criterio numérico (el número de personas que ejercen el poder) y otro segundo criterio cualitativo (el interés que persiguen en ese ejercicio del poder). Así pues, por un lado calificó de formas puras de gobierno aquellas en las que se persigue el bien de la población y las identificó bajo los nombres de monarquía (cuando manda uno), aristocracia (cuando mandan varios) y democracia (cuando manda la población a través de sus representantes). Pero por otro lado, calificó de formas impuras o corruptas aquellas en las que los gobernantes persiguen su propio interés privado y no el de la población general y las identificó bajo los nombres de tiranía (cuando manda uno), oligarquía (cuando mandan varios) y oclocracia (cuando mandan los representantes de la población).
De boca de Aristóteles quedó claro que cuando manda la población a través de sus representantes, y éstos gobiernan persiguiendo su propio interés privado y no el de la población general que les eligió, el sistema de gobierno se denomina ‘oclocracia’, y que ésta debe entenderse como una degeneración impura, o una corruptela, de la democracia.
Lección #2. La ‘bondad’ del fin (u objetivo último) es la que justifica los medios
Aristóteles nos dijo que resulta imposible entender adecuadamente una actividad o una investigación si no se conoce a qué fin va dirigida. Así pues, necesitamos entender el fin para comprender de forma adecuada cuáles deberían ser los medios. Y por supuesto, apuntó a que lo correcto es perseguir fines ‘buenos’. Es en este contexto y no en otro donde, hoy por hoy, hablamos de lo importante de la ética, pues la ética busca el conocimiento del camino hacia lo que es ‘bueno’.
Lección #3. La felicidad se alcanza mediante la práctica de la virtud
Según Aristóteles, el fin o bien último que persigue el hombre es la felicidad, a la que denominó ‘eudaimonía’, mejor entendida como ‘plenitud de ser’. Cuando se planteó el reto de alcanzar la felicidad, descartó los caminos materiales (como las riquezas, los honores y la fama; o el placer), y concluyó afirmando que la felicidad ha de entenderse como la ‘realización y la plenitud del ser’ y que se alcanza mediante la ‘práctica de la virtud’.
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Estoy protestando, resistiendo y luchando contra un régimen corrupto de ‘oclócratas’ que sólo defienden sus privilegios de clase y que han hecho de la corrupción su medio de vida. Estoy denunciando una actuación en absoluto ética, manifiestamente corrupta, porque se nos proponen unas medidas cuyo resultado, o fin, no es ‘bueno’ y donde se manipula, se esconde y/o se desconoce. Estoy dejando de lado una sociedad y un sistema que sobre todo exalta los ‘caminos materiales’ y, a su vez, abro espacio a otros caminos, aquellos que inciden más en la realización personal y la plenitud del ser.
Y todo esto, me repito otra vez hoy, es el primer paso necesario hacia un futuro mejor.
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