¡Tres tendencias que, seguramente, bien valen una crisis!
19/09/2012 | carlosgoga | cambio | No hay comentarios
A todos nos resulta sencillo identificar las múltiples causas de la crisis actual, la que vivimos como sociedad y como estado. Y de la misma manera, podemos anticipar y sentir sus nefastas consecuencias. Pero sin duda, esta crisis también nos traerá algunas cosas buenas, e incluso algunas que en verdad pueden ser muy grandes y positivas. En mi caso, sonrío y doy la bienvenida a las siguientes tendencias:
1. Más asiáticos y humanistas, menos occidentales y católicos
Esta crisis, aunque a veces se silencie o se olvide, tiene un alto componente asiático. La España industrial se ha desmantelado en favor de la producción en China, con la consiguiente secuencia de pérdida de todo: menos empresas, menos empleos, menos impuestos, más déficit. Además, estamos viviendo una silenciosa invasión civil de ciudadanos chinos, indios y paquistanís que arrasan con el pequeño comercio en las ciudades, las grandes y las no tan grandes. Por cierto, provocando la misma secuencia de pérdida de todo. Queramos o no, nunca Asia ha estado tan presente en nuestro cotidiano.
Y hay una parte de Asia que buena falta nos hace, a nosotros, en tanto que individuos y en tanto que sociedad crecida al amparo de la sombra de la Iglesia católica. Porque Asia lleva miles de años reconociendo y cuidando y respetando la obviedad de la grandeza del ser humano y de la naturaleza, en contraposición con nuestro occidente católico y oscuro que la ha negado una y otra vez, muchas veces desde la tortura y la incultura, otras simplemente desde la ocultación y el silencio.
Quizás la asiatización de España que implica esta crisis incluya, para nosotros, una mayor consciencia de las energías de la vida (esas que se conocen como chi en China o prana en India), con una adopción masiva de sus técnicas de cultivo y potenciación (y hablo de las artes marciales en China o el yoga en India) y una filosofía mucho más cercana al individuo y al amor puro (como el tao en China o el tantra de India).
2. Más germanos y protestantes, menos mediterráneos y católicos
De manera parecida, los derroteros que estamos siguiendo en esta crisis nos acercan a lo germano y a lo protestante, tanto de Alemania como del resto de la Europa central. Y los valores y conceptos que allí imperan, referidos al trabajo y a la eficacia social, son bien distintos a los nuestros. Por poner un ejemplo, lo católico entiende el trabajo como un castigo por el pecado original, mientras que lo protestante entiende el trabajo como un camino de realización y acercamiento a Dios. Esto, lo queramos o no, está imbricado en nuestro ADN cultural de maneras y formas que desconocemos, pero que nos influyen y condicionan sobremanera. Por ejemplo, el católico entiende que trabajar es de tontos pecadores, mientras que el protestante entiende que trabajar es de listos iluminados. O añadiendo un par de palabras más, el político católico entiende que trabajar es de tontos pecadores, mientras que el político protestante entiende que trabajar es de listos iluminados
Quizás la germanización de España y el acercamiento a la cultura protestante permita que, entre otras cosas, disfrutemos de dirigentes políticos más listos y honrados, que entiendan que hacer las cosas bien es lo correcto y no al revés. Y que se destierre de nuestra sociedad a esos otros personajes políticos que se atreven a construir aeropuertos sin aviones y autopistas sin coches y, aun así, persisten en defender a capa y espada su incuestionable capacidad para liderar, dirigir y decidir sobre un país.
3. Más libres y autosuficientes, menos siervos y dependientes
Todo apunta a que esta crisis viene para destrozar, de una y por todas, un concepto muy nuestro como es la idea de trabajo fijo o de empleo para una vida. Cada vez más – y si aun no lo has apreciado dale tiempo al tiempo – la actividad se va a fragmentar para presentarse, sobre todo, al alcance de individuos que actúan en interés propio, llámalos profesionales independientes, autónomos, free-lance o como-te-apetezca-que-se-llamen. Y claro, en contraposición, la actividad estará cada vez menos en manos de empresas tradicionales, sean estas grandes o pequeñas, locales o multinacionales.
Y quizás, quien sabe, con la individualización de la actividad llegue también una mayor consciencia individual, desde la vivencia, de conceptos como libertad (frente a servidumbre) e independencia (frente a dependencia) ante las grandes instituciones sociales dominantes.
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Si, si. A mi me pasa lo mismo. Lo leo todo junto y me parece de chiste. Pero, en cierto modo, tomo perspectiva y me doy cuenta de que es cierto. La España del futuro será más humano-asiática, más eficiente-decente-germánica y más individuo-independiente-y-libre que la de hoy. Y eso, seguramente, bien vale una crisis.
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