Los nuevos Convenios Colectivos, o cómo permitir un desarrollo empresarial sostenible y sólido
30/06/2018 | carlosgoga | cambio, crisis, emprender, otra economía | 1 Comentario
Mi día a día es un permanente ver de cuentas de resultados, y de escuchar, analizar y buscar soluciones a los problemas de aquellas personas que han elegido, o se han visto abocadas, a ser empresarias. Y digo empresarias, y concreto en aquellas personas que se han volcado plenamente en un proyecto empresarial con una intención de servicio en la mano, apostando patrimonio y trabajo.
Y al decir empresarias, dejo fuera y las distingo de los bichos finacieros, aquellos que se presentan como empresarios pero que simplemente son (socios) financiadores profesionales en busca de una rentabilidad financiera. Y al decir empresarias, dejo fuera también y las distingo de las grandes empresas, aquellas que se presentan como empresarios pero que simplemente son una conjunción de directivos (al servicio del mejor postor) y de (socios) financiadores profesionales en busca de una rentabilidad financiera.
Si, cuando digo empresarias, me refiero a las personas empresarias de Pequeñas y Medianas Empresas. Me refiero a las PyMEs, ese colectivo enorme pero sin rostro que sostiene la economía y la actividad de nuestro hermoso país.
Hoy por hoy, hay dos factores que desestabilizan hasta extremos la sostenibilidad empresarial (de las PyMEs) y dificultan la vida de las personas empresarias: el primero es la retribución del capital; el segundo es la retribución de los inmuebles vía alquileres.No me quedo corto si afirmo que los propietarios del capital (y hablo especialmente de los (socios) financiadores profesionales – propietarios de una parte del capital – como de los prestamistas y entidades financieras – propietarios del capital prestado) y los propietarios de los inmuebles campan a sus anchas, sin vergüenza ni control, y están exprimiendo a las empresas hasta niveles inimaginables.
¿Que quieres saber cómo funciona? Pues es muy sencillo. Todos siguen la regla de la maximización de la rentabilidad:
- En el caso de los (socios) financiadores profesionales, esta regla se convierte en la maximización del beneficio que extraen bajo la forma de dividendos (explícitos u ocultos). ¡O me das más o te hago la vida imposible y te sustituyo!
- En el caso de las entidades financieras, esta regla se convierte en la maximización de los intereses (explícitos y ocultos bajo la forma de productos vinculados). ¡O me das más o no te refinancio!
- En el caso de los arrentadores, esta regla se convierte en la maximización de los alquileres. ¡O me das más o no te renuevo y te tiro!
Para muchos, esta situación es simple y llanamente parte del libre mercado en el que supuestamente se mueve la economía. Sin embargo, puedo afirmar que de libre mercado, nada de nada. Pero no voy a argumentar en esta dirección, que podría, sino que prefiero acudir a situaciones ampliamente aceptadas (por socializadas) para ofrecer un nuevo enfoque a la situación.
Cuando en el mercado hay una relación conflictiva, de intereses enfrentados, que amenaza la estabilidad empresarial, cuando existe fragilidad en el vaivén de la relación, el gobierno interviene, protegiendo los extremos débiles y, al mismo tiempo, regulando los mecanismos de negociación y de resolución de conflictos. Así dicho, quizás resulte abstracto. Pero si lo aterrizamos en el mundo empresarial, encontramos un gran precedente: las relaciones entre empresa y trabajador. La relación entre empresa y trabajador se regula por el Estatuto de los Trabajadores y se actualiza periódicamente y particularmente, a través de los Convenidos Colectivos Sectoriales, en un proceso negociador vigilado por el propio gobierno.
Dada la situación de mercado actual, ayudaría enormemente «actualizar el mercado» con nuevos conceptos e instituciones de igual manera que «actualizamos el sistema operativo» de nuestro ordenador. Y de entre lo nuevo, ayudará mucho empezar a familiarizarse con dos conceptos nuevos:
- el Estatuto de los Propietarios y Prestamistas (que regule las relaciones entre empresa y capital, o de financiación) y los Convenios Colectivos de Capital (que la actualicen periódicamente y particularmente) estableciendo límites de retribución al capital en sus distintas manifestaciones (léase dividendos e intereses) y que garanticen la sostenibilidad empresarial (de las PyMEs) desde una negociación transparente y vigilada.
- el Estatuto de los Arrendadores (que regule las relaciones entre empresa y propietarios) y los Convenios Colectivos de Arrendamientos (que lo actualicen periódicamente y particularmente) estableciendo límites de retribución de los inmuebles en sus distintas manifestaciones (léase fianzas, garantías y alquileres) y que garanticen la sostenibilidad empresarial (de las PyMEs) desde una negociación transparente y vigilada.
Confuso como pueda parecer en su inicio, de avanzar en esta dirección, escucharíamos noticias del tipo «El Convenio Colectivo del Capital del Sector Industrial establece un interés (mínimo y máximo) entre el 1%-10% para fondos propios, del 3%-4% para financiación del inversiones y del 5%-6% para financiación del circulante», o «El Convenio Colectivo del Capital del Sector de Restauración establece una refinanciación de deuda de 2%-3% para novaciones a 5 años y del 1%-2% para novaciones a 10 años», o «El Convenio Colectivo de los Arrendadores del Sector Comercio fija una actualización de alquileres del IPC+1% para locales de menos de 200 m2 y de IPC+2% para locales superiores a 200 m2″.
Quizás te preguntes ¿por qué deberíamos hacer esto? La respuesta, desde mi perspectiva, es directa y sencilla. La jungla en la que se mueve capital y arrendatarios es tal, su capacidad para imponer condiciones es tan manifiesta y agresiva, que se han convertido en ese sumidero de cualquier valor añadido que generan las empresas (entiéndase ganancia), un sumidero tan grande, tan voraz y tan inhumano que mantienen a PyMEs y a las personas empresarias de (pequeñas y medianas) en una situación de fragilidad permanente que les impide cualquier opción de (i) innovación, (ii) crecimiento orgánico, (iii) mejora salarial y (iii) creación de empleo. Y este escenario, para un país como España y una economía como la española, es tan aberrante como deprimente y catastrófico. Necesitamos poner coto a la voracidad de la propiedad y del capital y favorecer a las empresas y las personas. Así de simple.
¡Claro! Puestos a soñar y a pedir, podríamos también diseñar un «Convenio Colectivo del Capital para las Familias» y un «Convenio Colectivo de los Arrendadores para las Familias» donde se establezcan las condiciones lógicas y necesarias para que las familias (como las empresas) también sean económicamente sostenibles y puedan mantener su dignidad y su proyecto vital.
Las implicaciones de un enfoque como éste son disruptivas, implicaciones 360º, y esto ayuda, porque disruptivos son los cambios que precisamos para avanzar hacia una sociedad más humana, más hermosa y más justa. Como siempre, camino a #lovetopía.
Etiquetas: ayuda, crisis, empresario, innovación, lovetopía, oportunidad, políticos, transparencia
Juan Lobera on julio 22nd, 2018
El otro día me desperté con una frase que me llegó al mi mail «El futuro es para aquellos que creen en la belleza de sus sueños». Y tiene razón. «Soñar» no garantiza nada, es necesario creer y mostrar la belleza de lo que se sueña.
Tienes toda la razón para soñar en tu entrada, Carlos, y convencer y creer en la belleza de tu sueño. Y se puede hacer, con Fe, te invito a un café y te cuento cómo van las criptomonedas y aquella en la que estoy metido; el faircoin. Te cuento su secreto para que lo expliques a otros y te digo cómo, las Pymes, pueden beneficiarse de este conocimiento. Y hasta cambiar leyes. Somos más, lxs «empresarixs», tal y como los defines. Y unidos tenemos el poder.
También te digo que te sigo y te apoyo en tus afirmaciones excepto en los dos últimos párrafos. El ámbito familiar no es una «empresa» como tal ya entra en juego, dentro de la vida en pareja, un factor llamado «conciencia». La gente tiene sus creencias y maneras de vivir, y se apoyan en ellas. No se puede legislar desde fuera para el ámbito familiar, sería una intromisión en la conciencia de los individuos. Y como decía Gandhi:
«La conciencia no es una misma cosa para todos. Si bien es una excelente guía para la conducta individual, la imposición de esa conducta a los demás es una insoportable intromisión en la libertad de conciencia de cada uno.»