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Blog de Carlos Goga

¿Somos realmente diferentes los españoles?

30/04/2013 | | crisis, educación | No hay comentarios

Hace unos meses entré en una reflexión diferente, tanto por la profundidad como por sus implicaciones. Hoy, puedo resumir esa reflexión en estas dos preguntas. ¿Hay algo en la idiosincrasia de los españoles que nos hace diferentes y nos acerca a la corrupción? ¿Es aplicable en España el modelo económico dominante que nos llega desde Alemania o necesitamos un camino alternativo?

Sé que encontrar una respuesta a estas preguntas, así planteadas, puede llevar a una confusión a más de uno. Por descontado, ni mucho menos pretendo ni me atrevo a emitir juicio alguno. Nada más lejos de mi intención. Sólo persigo mejorar mi entendimiento sobre porqué estamos donde estamos como sociedad y aportar, si cabe, algo más de luz sobre cómo facilitar un cambio en positivo.

1. EL CATOLICISMO HISPANO (NUESTRA TRADICIÓN RELIGIOSA)

España es un país de fuerte tradición católica y creo que esto nos marca especialmente. Aunque muchos de nosotros hayamos abandonado hace tiempo la consideración de ‘practicantes’, hay conceptos del catolicismo que están fuertemente arraigados en nuestra cultura y que están en nuestro ADN cultural.

De entre las muchas cosas que nos llegan inconscientemente del catolicismo, destaco dos conceptos. Por un lado, tenemos el concepto de ‘trabajo’. A todos nos resultará fácil recordar la historia de Adán y Eva, el pecado original y aquel ‘te ganarás el pan con el sudor de tu frente’. Este simple capítulo, tan sencillo y omnipresente como es, hace que nos llegue el ‘trabajo’ como ‘castigo’.  Y esto, sin dudarlo, está omnipresente en nuestro cotidiano de muchas maneras. Por ejemplo, mejor ‘no trabajar’ que ‘trabajar’. Por ejemplo, el ‘trabajo es malo’ y el ‘no-trabajo es bueno’. Por ejemplo, ‘nada bueno viene del trabajo’ y ‘todo lo bueno llega del no-trabajo’. Por ejemplo, ‘trabajar es tedioso’ y ‘no-trabajar es un placer’. Esto, claramente, colisiona con el entender del protestantismo en el que ‘trabajo’ equivale a ‘camino de superación y acercamiento a Dios’ y donde el ‘placer de no trabajar’ escapa totalmente de su cultura.

Por otro lado, tenemos el concepto de ‘confesión’. Si hacemos algo mal, en el fondo, no pasa nada. Basta con ‘confesarnos’ y listos. Es como un borrón y cuenta nueva. Todo es perdonable mediante la ‘confesión’. Basta con arrodillarse, admitir la falta en secreto y a por la siguiente. Esto, nuevamente, contrasta con el protestantismo donde no existe el sacramento de la ‘confesión’ y, por lo tanto, no existe el perdón terrenal de los pecados ni la liberación fácil del sentimiento de culpa.

2. EL CLIMA MEDITERRÁNEO (NUESTRO ENTORNO NATURAL)

Basta con darse un buen paseo por el Levante español para descubrir que la naturaleza nos ha colmado de riquezas. En buena parte de España, basta con dejar caer una semilla para que la naturaleza hable, la vida se pronuncie y crezcan alimentos en forma de hortalizas o de frutales. Y si hay necesidad, basta con arrodillarse o alargar el brazo y recoger los frutos de la vida vegetal.  Estrictamente hablando y si nos abstraemos de las complejidades y tiranías sociales, en esta España nuestra no necesitaríamos trabajar para comer. Bastaría con alargar el brazo y recolectar.

Y esto, creo yo, es bien distinto a la realidad del centro y del norte de Europa. Donde siempre hubo que labrar bien labrado y bien hondo,  para poder echar cuatro patatas a la cazuela. Su realidad natural bien podemos entender que fue diferente: o currar de sol a sol, o a pasar hambre. Y aun así, mejor que no hiciese mucho frío, porque si no a pasar hambre incluso currando.

3. LA HIDALGUIA, LA PICARESCA Y LA VERGÜENZA (NUESTRO LEGADO CULTURAL)

Situaciones históricas no faltan para entender ‘la hidalguía, la picaresca y la vergüenza’, tres conceptos que bien marcan nuestra personalidad individual y colectiva. Me encantaría conocer sus orígenes históricos, pero no alcanzo. Aunque si que puedo jugar a los quizás. Quizás empezase con el empeño histórico de convertir al catolicismo a judíos y árabes, y su entendible resistencia a la conversión íntima. Quizás empezase con las copiosas riquezas que tan rápido llegaron del nuevo mundo como rápido desaparecieron de España y que tan rápido crearon ricos como pobres. Quizás sea incluso más reciente y responda a la conveniencia de esconder la condición de republicano o nacional en la posguerra española para evitar revanchas sangrientas. O quizás, quizás sea la suma de todo esto y de mucho más.

La cuestión es que los españoles hemos hecho de la ‘hipocresía social’ el pan nuestro de cada día en muchos momentos de la historia. Una cosa es lo que somos, o creemos que somos, y otra bien distinta cómo nos mostramos a los demás. De aquí nuestra condición de ‘hidalgos’ (aparentar bien, especialmente ante la adversidad) y ‘pícaros’ (hacer lo que esté al alcance para sobrevivir, especialmente ante la adversidad). De aquí también nuestra condición de ‘seres vergonzosos’ (cuando nos bloqueamos porque ha salido a la luz lo que realmente somos y quedamos en evidencia por no ser lo que pretendíamos aparentar).

–o–

Desconozco si desvarío igual que desconozco si atisbo a rozar el entendimiento y aporto algo de luz. Pero ciertamente, el corrupto no ansía trabajar, no parece que tenga remordimientos, tiene la mano larga y gusta de practicar la picaresca y esconder su verdadera condición a capa y espada.

Y ciertamente, esto responde a nuestra idiosincrasia como españoles. Idiosincrasia, por cierto, entendible desde la religión, la naturaleza y la historia que nos convierte en seres económicos, allí donde el trabajo y la riqueza importan, bastante diferentes a los alemanes.

Y si algo de esto resulta cierto, quizás necesitemos un modelo educativo, social, económico y jurídico diferente, propio, que reconozca de dónde venimos, dónde estamos y cómo nos comportamos. O quizás, quizás lo que necesitemos para convivir con el resto del mundo es alemanizarnos mucho y abandonar nuestra hispanidad.

Quién sabe. Ojala algún día encuentre buenas conversaciones con antropólogos e historiadores y despeje dudas. Si llega, prometo compartir.

Etiquetas: corrupción, crisis, oportunidad

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