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Blog de Carlos Goga

Wild Wild Country: lo que aún podemos aprender del gran sueño de Osho

19/04/2018 | | cambio, experiencias | No hay comentarios

Durante los últimos tres días, he dedicado mis ratos de reflexión al documental «Wild Wild Country» disponible en Netflix desde hace un quizás dos o tres semanas. En total, algo más de 6 horas que relatan la experiencia americana de Osho, entonces conocido como Bhagwan Shree Rajneesh.

Me reconozco en absoluto shock y necesitado de reflexionar. Y eso hago.

Mi estado de shock, creo, responde a que la cantidad de sentires opuestos que ha abierto. Unos empujan hacia arriba y otros hacia abajo; unos me llevan a la derecha y otros a la izquierda, y el resultado es este sentir de bloqueo que me inunda.

Conozco a Osho y sus propuestas de distintas fuentes. En 2009, participé de dos retiros organizados por gente de corazón grande que seguía, sigue, sus enseñanzas. Durante años, practiqué a diario una meditación suya que me ofrecieron como «Las Cuatro Direcciones». Hoy en día, en los talleres de sexualidad consciente, utilizamos otra meditación suya que familiarmente llamamos «el telelillo» y que en realidad es su «Breathing Chackras». Y durante todo este tiempo, he leído quizás una docena de sus libros y disfruto de la amistad de hombres y mujeres que le reconocen como gran maestro y se identifican como «seguidores» de su entender de la vida.

Miro mi experiencia, me detengo, la respiro… ¿Qué decir? ¿Qué siento? ¿Qué ha supuesto Osho en mi vida? Ummm…. creo que reconozco con facilidad que todo aquello que me ha llegado bajo su paragüas lo he recibido como sumamente útil, bello, respetuoso, sanador, conveniente y disruptivo. Siento que recomendaría a cualquiera, con absoluta tranquilidad, que se abriese a sus lecturas y a sus meditaciones, a sus puntos de vista y a sus propuestas de estilo de vida. Si, lo recomendaría, a cualquiera, incluyendo a mi hijo. Creo que su visión de Zorba el Budha es también mi mejor visión del hombre que anhelo ser. Me gusta Osho. Me conmueve. Me inspira.

Y uff… entregarme a la experiencia del documental ha sido todo un viaje. Por supuesto, por la historia que desconocía y por la excepcionalidad de acercarme a su realidad desde múltiples perspectivas. Pero hay más sobre lo que me ayudará meditar, escribir y compartir:

He visto un magnífico ejemplo del choque tan radical que se produce cuando lo viejo y lo nuevo coinciden en el espacio y en el tiempo. He sentido que son tan diferentes los puntos de vista, tan diametralmente opuestas y tan intrísecamente profundas las creencias, prejuicios y hábitos que arrastramos, que aparenta una gesta imposible porder cuestionarlas y superarlas en paz, desde la paz. Y este choque entre lo viejo y lo nuevo es especialmente duro, cruel incluso, cuando lo que se cuestiona son los grandes tabúes sobre los que descansa nuestra sociedad: el sexo, el dinero y nuestra realidad emocional.

He visto una historia sobrecogedora de cómo una situación concreta, hermosa y generosa en planteamientos, degenera cuando aparecen la ira y el miedo, los dos estados emocionales que se despiertan cuando hay un sentir de amenaza de ser y que se tornan peligrosos, muy peligrosos para la convivencia en el colectivo cuando están desbocados. Quizás la eterna lucha del lobo blanco y el lobo negro en su máximo expledor.

He visto, desde la humildad, lo confusa que es la realidad, tanto que es imposible abrazarla, tanto que concluyo que no existe una realidad única sino simplemente la suma de múltiples, infinidad de realidades que se cruzan y se entremezclan una y otra vez configurando una Realidad (con mayúsculas) inalcanzable para todos.

He visto, desde la desesperación, lo que nuestra sociedad moderna le haría a cualquier hombre de corazón que, cuestionando lo que somos y cómo vivimos, alcance con su mensaje a la gran población. Un nuevo Jesucristo, un nuevo Buda o un nuevo Mahoma atravesaría dificultades y agresiones que antes o después le llevarían a la cárcel, la extradición y la humillación mediática y pública.

Y, por supuesto, he visto, con suma tristeza, cuán difícil será construir y vivir en una #lovetopía mientras la gran mayoría de nosotros no alcancemos a abrirnos lo suficiente como para aceptar lo diferente, al que elige diferente, desde una curiosidad preñada de amor, donde el respeto al otro y la responsabilidad individual sean tan cotidianas como el comer y el beber.

Llegado a este punto, sólo puedo recomendar que te entregues al documental con mente abierta, corazón abierto y voluntad abierta. Quizás así podrás sentir y resentir todo lo que está en juego si no nos abrimos al cambio. Y quizás así elijas abrirte un poco más. Eso anhelo.

 

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