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Blog de Carlos Goga

Entrada 'educación'

La sabiduría de un abuelo indio

22/10/2012 | | educación | 2 Comentario

Este cuento me llegó de manera inesperada, una día cualquiera, mientras viajábamos en tren desde Valencia a Cullera, de boca de mi hijo Rubén. ¡Hermoso regalo el que recibí! Hoy, una par de años después, lo ofrezco como bocanada de aire fresco para navegar con paz en estos tiempos que corren. (más…)

Etiquetas: crisis, cuentos, indigna

Tu eliges: paro o amor. O la respuesta de nuestra sociedad ante la innovación tecnológica

08/02/2012 | | cambio, educación, nuevas tecnologías | No hay comentarios

Imaginemos una comunidad rural tradicional. Hombre y mujeres viven de la agricultura. Apenas hay excedentes, así que cada mañana, día tras día, se levantan y acuden al campo a trabajar. De sol a sol, aran, siembra o cosechan según la estación del año y el cultivo. Su sustento es el campo. Y al campo se entregan.

Imaginemos ahora que en esa comunidad vive un individuo especialmente curioso e inquieto. Su curiosidad y su inquietud es tal que dedica noche tras noche a desarrollar un ingenio con el que soñó. Un ingenio que ara, siembra y cosecha. Un ingenio que es capaz de realizar él solo todo el trabajo al que se entregan los hombres y mujeres de la comunidad. (más…)

Etiquetas: crisis, cuentos, indignado, innovación

El anciano chino

01/12/2011 | | cambio, educación | No hay comentarios

Un anciano chino vivía en una pequeña aldea china una sencilla vida china. 

Cierto día, se despertó para descubrir que su único caballo había desaparecido. ¡Vaya tragedia!, dijeron los vecinos del pueblo. ¡Tan mayor y sin un caballo con el que trabajar las tierras! ¿Cómo vivirá? Y fueron todos a su casa a compadecerse de él. El anciano chino, al ver aquel gentío delante de su puerta emanando tragedia, simplemente asomó la cabeza y dijo ¡Qué más da! ¿Buenas noticias? ¿Malas noticias? Dios proveerá.

Días más tarde, apareció el caballo desaparecido conjuntamente con una manada de caballos, muchas yeguas y un pequeño potro. ¡Vaya suerte!, dijeron los vecinos del pueblo. ¡Tan mayor y con tantos caballos que nunca más tendrá que trabajar la tierra! ¡Incluso un potrillo que vender! Y regresaron todos a su casa a celebrarlo con él. El anciano chino, de nuevo, asomó la cabeza por la ventana y dijo ¡Qué más da! ¿Buenas noticias? ¿Malas noticias? Dios proveerá.

Cierto día, el hijo varón primogénito del anciano chino montó uno de los caballos y tuvo un desafortunado accidente. El joven se quedó cojo. ¡Vaya tragedia!, dijeron esta vez los vecinos del pueblo ¡Su único hijo varón y no podrá hacerse cargo de él cuando las fuerzas le falten! Y, de nuevo, acudieron todos a su casa para lamentarse antes las noticias. El anciano chino, sorprendido ante aquello, salió esta vez a la calle y dijo una vez más aquello de ¡Qué más da! ¿Buenas noticias? ¿Malas noticias? Dios proveerá.

Con el tiempo, se declaró una guerra china en la provincia china y el ejército reclutó forzosamente a todos los jóvenes. Pero no al hijo cojo del anciano chino. ¡Qué suerte!, exclamaron los vecinos al enterarse. ¡Es el único en el pueblo que cuenta con la compañía y la ayuda doméstica de su hijo varón! De nuevo, los vecinos corrieron hacia la casa del anciano chino para darle la enhorabuena y celebrar con él la situación. El anciano chino, sorprendido nuevamente por aquella celebración, pronunció de nuevo las palabras ¡Qué más da! ¿Buenas noticias? ¿Malas noticias? Dios proveerá.

Etiquetas: cuentos

Alejandro Magno conoce a Diógenes

01/12/2011 | | cambio, educación | No hay comentarios

Cuando Alejandro Magno llegó a la India, se encontró con un hombre extraño, Diógenes.

Era una mañana de invierno. Una brisa fresca soplaba y Diógenes yacía en la orilla del río, tomando el sol, desnudo. Era un hombre hermoso – de una belleza extraordinaria, como de otro mundo.

Diógenes no tenía nada, ni siquiera un tazón para mendigar. Cierto día, cuando se dirigía a beber agua con su tazón, vio a un perro precipitarse en el río. El perro saltó dentro y bebió – Diógenes se rió y dijo, «Este perro me ha enseñado una lección. Si él puede vivir sin un tazón, entonces ¿por qué no yo?». Fue así como tiró su tazón, saltó al río y bebió igual que lo hacía el perro. Desde entonces, Diógenes ya no tuvo nada.

Alejandro nunca había visto a un hombre tan elegante, con tanta hermosura… Estaba tan asombrado con Diógenes que se acercó y le dijo «Señor…» Era la primera vez en su vida que decía «Señor» para dirigirse a alguien. Dijo «Señor, estoy inmensamente impresionado por cómo eres y cómo vives, y me gustaría hacer algo por usted. ¿Hay algo que yo pueda hacer por usted?”

Diógenes dijo: «Sólo da un paso a un lado… porque me estás tapando el sol – eso es todo. No necesito ninguna otra cosa”.

Alejandro dijo:» Si tengo otra oportunidad para venir a la tierra, le pediré a Dios que, en lugar de hacerme Alejandro, que quiero que me haga Diógenes”.

Diógenes se rió y dijo,» ¿Quién te impide que eso ocurra ahora? Puedes convertirte en un Diógenes en este momento ¿A dónde vas? Durante meses he visto pasar ejércitos arriba y abajo, en permanente movimiento ¿a dónde vas? ¿y para qué? «

Alejandro dijo: “Voy a la India… para conquistar el mundo entero»

«Y entonces ¿qué harás?» preguntó Diógenes.

Y Alejandro dijo: «Entonces descansaré»

Diógenes se rió de nuevo y dijo: «Estás loco – porque yo estoy descansando ahora y no he conquistado el mundo. No veo la necesidad de hacerlo ¿Quién te ha dicho que antes del descanso tienes que conquistar el mundo? Y yo te digo: si no descansas ahora, entonces nunca lo harás. Alguna cosa u otra siempre quedará por conquistar… y el tiempo es fugaz. Morirás a mitad de camino en tu viaje – todo el mundo muere a mitad del camino».

Y eso pasó. Alejandro murió a mitad de camino. Cuando estaba regresando de la India, murió en el camino. Y aquel día, Alejandro se acordó de Diógenes. Sólo Diógenes estaba en su mente – él nunca podría descansar en su vida, y aquél hombre descansaba sin más.

Etiquetas: cuentos

¡Confía en Alah, pero antes ata tu camello!

01/11/2011 | | cambio, educación | No hay comentarios

Un maestro viajaba con uno de sus discípulos. El discípulo estaba a cargo del cuidado del camello. Llegaron de noche, cansados, a un oasis. Era responsabilidad del discípulo atar el camello; sin embargo, no lo hizo y lo dejó suelto. En su lugar, se limitó a rezar, le pidió a Dios: «Cuida del camello,» y se durmió.

Por la mañana el camello se había ido- lo habían robado o se había escapado, cualquier cosa podía haber pasado. El maestro preguntó: «¿Qué ha pasado con el camello? ¿Dónde está el camello?» El discípulo dijo: «No lo sé. Pregúntale a Dios, porque le pedí a Alá que cuidase del camello; yo estaba demasiado cansado, así que no sé. ¡Y no me hagas responsable, porque se lo pedí a Dios de manera muy clara! Ese no ha sido el problema. No se lo pedí sólo una vez; de hecho, se lo pedí tres veces. Usted me ha enseñado ‘Confía en Alá!’ y yo lo he hecho. Así que no me mires con esa cara de enfadado».

El maestro dijo, «Confía en Alá, pero antes ata el camello – porque Alá no tiene otras manos que las tuyas». Si Él quiere que aten el camello, Él tendrá que usar las manos de alguien; no tiene otras manos. ¡Y es tu camello! La mejor manera y la más fácil y el camino más corto es utilizar tus manos. Confía en Alá – no confíes sólo en tus manos, o te sentirás sólo. “Ata el camello y luego confía en Alá».

–o–

Quizás te preguntes, «¿Entonces, por qué confiar en Alá si eres tu quien tiene que atar al camello?» – porque un camello atado también puede ser robado. Haz lo que tengas que hacer, a sabiendas de que no tendrás certeza del resultado, no hay ninguna garantía. De modo que haz lo que tengas que hacer, y entonces, acepta cualquiera que sea el resultado.

Este es el significado de atar el camello: hacer todo lo que esté en tus manos, no eludir tu responsabilidad y, a continuación, si no ocurre nada o si algo va mal, entonces confiar en Alá. Es Él quien mejor sabe. Quizás entonces sea correcto viajar sin el camello. Es muy fácil confiar en exceso en Alá y ser un perezoso. Es muy fácil no confiar en absoluto en Alá y querer controlarlo todo y no parar. Sin embargo, existe un tercer tipo de hombre más raro – quien confía en Alá y, sin embargo, hace lo que está en su mano. Es instrumental; Dios es el verdadero hacedor; él hombre sólo es un instrumento en Sus manos.

Etiquetas: cuentos

El elefante en la oscuridad

01/10/2011 | | cambio, educación | No hay comentarios

Un indio llevó su elefante a una feria de un pueblo para exhibirlo. En ese pueblo, nunca habían visto un elefante. Ni siquiera podían imaginarse como sería aquel gran animal. Como era de noche, el indio dejó su animal en el establo y se fue a dormir.

Un grupo de jóvenes curiosos, que no podía esperar hasta que empezase la exhibición, fue al establo para ver al animal. Pero estaba muy oscuro y no había luz alguna. La única manera que tenían para hacerse una idea de cómo era aquel animal desconocido era a través del tacto, tocándolo con las manos. Así fue como, en completa oscuridad, se acercaron al animal y empezaron a palparlo una y otra vez.

Cada uno se hizo una idea específica del animal a partir de su propia percepción y su propia experiencia. Salieron del establo y se sentaron alrededor de una piedra. Empezaron a contar cómo se imaginaban que era el elefante.

El que había tocado la pata, imagino al elefante como una gran columna.

Otro, que había tocado su lomo, definió al elefante como una pequeña montaña.

El tercero, que había tocado su oreja, lo describió como una enorme mariposa.

El cuarto, que había tocado la trompa, estaba convencido de que aquel extraño animal era muy parecido a una serpiente.

El día siguiente, cuando por fin vieron el elefante a la luz del día, se dieron cuenta de la hermosura del elefante y de cómo se habían equivocado. La percepción parcial, la experiencia de cada uno de ellos, era verdadera. Sin embargo, todo lo que dijeron sobre el elefante, en su definición, era falso. Todos se equivocaron porque ninguno consiguió una imagen completa de lo que realmente era un elefante.

Etiquetas: cuentos

Utiliza toda tu fuerza y lo conseguirás

09/09/2009 | | cambio, educación | No hay comentarios

Un niño caminaba por el bosque junto a su padre. En un cruce de caminos, encontró un tronco atravesado que impedía el paso. El niño se giró a su padre y le preguntó “¿Crees que puedo levantar este tronco, papá?”. El padre contestó “Si utilizas toda tu fuerza, por supuesto que puedes?”. El niño se arrodilló y puso los brazos bajo en tronco y empujó hacia arriba todo lo que pudo. Pero el tronco apenas se movió. Lo intentó una vez tras otra hasta que, finalmente, exhausto y sin aliento, se rindió y abandonó.

El niño miró a su padre con manifiesto enfado y frustración y le recriminó “¡Papá, me has dicho que podría levantarlo!”.  Su padre le miró con mirada tranquila y, desde la sonrisa, le contestó “Te he dicho que podrías levantarlo si utilizas toda tu fuerza. Pero no me has pedido ayuda” .

El niño pidió ayuda a su padre y juntos levantaron el tronco y lo apartaron del camino.

–o–

Tu fuerza no es sólo tu fuerza individual, sino la fuerza colectiva de todos aquellos que siguen tu mismo camino.  Cuando sientas un desequilibrio y una debilidad frente a una tarea o un objetivo que se te escapa, quizás no estás utilizando toda tu fuerza.

Etiquetas: cuentos, oportunidad

Sobre Dédalo, Ícaro y Perdix

27/11/2008 | | cambio, educación | No hay comentarios

Dédalo, a quien se le conoce por su audacia y sabiduría, fue un arquitecto y artesano al que se le atribuyen muchas invenciones, entra ellas la primera estatua. Entre sus creaciones también tenemos el laberinto del Minotauro, en Creta.

En la antigua Grecia, el dios Poseidón regalo un toro blanco al rey Minos para que lo sacrificase en su honor. Minos, sin embargo, decidió hacer del toro blanco una de sus posesiones. Como venganza, Poseidón hizo que la lujuria naciese en Pasifae, mujer de Minos, y copulase con el toro blanco. Fue Dédalo también quien construyó en madera una vaca hueca para que el apareamiento carnal entre el toro blanco y Pasifae fuese posible. De ahí nació una bestia, el Minotauro. A cambio de su paz, el Minotauro exigía cada año siete hombres jóvenes y siete doncellas como alimento. (más…)

Etiquetas: cuentos, oportunidad, peligro

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